Siendo la solución más viable para muchas familias. Estas iniciativas privadas han tenido un profundo impacto social, facilitando el acceso a educación, entretenimiento y comunicación en territorios de difícil acceso para otros operadores.
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Siendo la solución más viable para muchas familias. Estas iniciativas privadas han tenido un profundo impacto social, facilitando el acceso a educación, entretenimiento y comunicación en territorios de difícil acceso para otros operadores.
Era de esperar que el confinamiento por la pandemia del COVID-19 hiciera del acceso a internet una necesidad imperativa para todo el país. Dicho servicio se encuentra particularmente rezagado en el sector rural, pues según el Mintic, para 2019 menos del 10 % de los hogares rurales contaban con conexión a internet. Si bien la pandemia aceleró estrategias y proyectos del Gobierno para llevar la conectividad a estas regiones, estos esfuerzos se han enfocado en áreas urbanas con mayor densidad poblacional, como las cabeceras municipales. Quienes realmente se han ensuciado las botas llevando el servicio a las familias que habitan en lugares marginales han sido una cantidad de pequeñas empresas, las cuales han logrado montar un negocio rentable con un fuerte impacto social.
Si usted vive en una ciudad, lo más probable es que solo conozca las grandes empresas de telecomunicaciones como Claro, Une y Movistar. Sin embargo, el territorio nacional está lleno de pequeños proveedores de internet. Según los informes del Mintic, durante el año 2020 se registraron 127 nuevas empresas prestadoras de este servicio, para un total de 647 registradas formalmente. La gran mayoría de estas empresas se encuentran en áreas rurales, donde el modelo de negocios de los gigantes de telecomunicaciones no funciona.
Fuente consultada | elespectador.com
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