Biología, la ciencia que mejora procesos productivos en Chocó
27 de julio de 2023. Bahía Solano, Chocó. Vista desde las alturas, la línea costera de palmas, que marca la frontera entre mar y selva del Pacífico, se consolida como un escenario que brinda oportunidades para la bioeconomía como base del desarrollo sostenible; entre ellas, a partir del coco, un fruto característico del territorio.
Hacedor de procesos de asociatividad, de fortalecimiento del tejido social y de una economía que encuentra en la biodiversidad la capacidad para responder al atractivo turístico y a la herencia de los conocimientos ancestrales, el coco es la cadena de valor con la que el corregimiento de El Valle en Bahía Solano, Chocó, se fortalece para generar procesos de transición en agroecología y bioeconomía.
“Desde niña mi abuela nos llevaba a la finca y acompañábamos su trabajo. Nos enseñó a cosechar y hacer de ese manjar, dulce y aceitoso, productos que hoy sostienen mi emprendimiento”, compartió Jazmín Olivero, productora y transformadora de coco, un fruto que lleva consigo las banderas del relevo generacional característico del mercado del corregimiento, pero que hoy, de frente a la necesidad por conservar la salud del suelo y atender a la demanda de forma sostenible, requiere del mejoramiento de prácticas y procesos productivos.
Como ella, otros tantos cocoteros de El Valle se reunieron junto al equipo técnico ABRIGUE en un espacio de diálogo y co-construcción de conocimientos sobre fenología y fitopatología de la especie. Con interés por adoptar herramientas que contribuyan al monitoreo de la reproducción y a la erradicación de plagas que afectan la palma, los asistentes al encuentro tuvieron la oportunidad de aprender aspectos claves que les permitan fortalecer su capacidad técnica para garantizar un manejo integral, dando circularidad a la biomasa, mejorando la salud del suelo y, finalmente, obteniendo derivados de calidad que aumenten su ingreso.
De alturas y raíces
A la sombra de hojas de hasta 3 metros de largo, crecen espiguillas amarillas cargadas de flores. Con regularidad, cada dos meses las inflorecencias (flor) resultan en infrutecencias (coco), empezando por las últimas y terminando en “las más bonitas”, las de la base. Sostenidas por un tronco que puede crecer hasta 20 metros, las palmas utilizan este soporte como medio de transporte de nutrientes traídos desde el suelo, donde alguna vez fue sembrada la plántula que maduró desde la semilla.
Para un cultivador, conocer de cerca la fenología reproductiva de la especie y, a su vez, registrar los periodos entre una fase y la otra, hacen parte de los instrumentos con los que darán un mejor manejo y aprovechamiento de la palma. Para Eva Ledezma, bióloga y experta en fenología de la Universidad Tecnológica del Chocó: “Es importante hacerle un seguimiento para reconocer cuánto tiempo se demora una flor en llegar a tener un coco y de ahí, un derivado; para utilizar el endosperma carnoso del que se extrae la leche y el aceite, y el endosperma líquido que es el agua”.
Atentos a cada paso, los cocoteros aseguraron que al conocer cómo se comporta la especie, les será posible tener un proceso productivo, de transformación y comercialización eficiente, pues como les indicó Ledezma: “Al saber cuántas flores femeninas van a pasar a ser fruto, podrán tener un estimado de cuánta producción de coco van a tener al año en su cultivo”.
Sin embargo, para garantizar que todo este proceso sea exitoso, no basta con reconocer cómo se ve la palma en su copa, sino que también es importante identificar qué puede llegar a afectar al tronco, que es su transporte de nutrientes, y a la raíz, extractora de estos en el suelo.
Según Armando Sterling, investigador del Instituto SINCHI y experto en fitopatología, “la mayor amenaza de la especie en la región son el Rhynchophorus palmarum y Dynamis borassi”, dos especies de cucarrones atraídas por el olor característico que emiten las heridas en la palma. El macho es el primero en llegar y este, libera feromonas que atraen a las hembras, responsables de dejar larvas que enferman a la palma dándole una coloración amarillenta progresiva del área foliar, causando la destrucción de las hojas emergentes y la necrosis de las flores. El anillo rojo es otro de los efectos que puede llegar a causar este picudo o cucarrón, una enfermedad que destruye el área de crecimiento apical y causa la muerte eventual de la palma.
Ciencia para las palmas
Las dos preocupaciones que tiene un cultivador, en este caso, los cultivadores de coco son la productividad y todo aquello que la amenace. Es por eso que, desde ABRIGUE, se ejecutó este encuentro junto a los cocoteros, como un espacio para identificar y conocer la causa de los problemas que afectan sus cultivos.
“La idea fue hacer un reconocimiento de estos problemas y a partir de esto, identificar y dar unos lineamientos para su monitoreo y control. Desde allí, trabajaremos en un protocolo que permita un manejo integrado de estas dificultades y podamos potencializar la producción de estas familias”, aseguró Sterling. Desde ya se trabaja en un piloto para la captura de la especie, lo que permitirá un estudio en los laboratorios para afinar la herramienta con la que se pueda erradicar la plaga.
Así mismo, el instrumento “Mi cuaderno coco” diseñado por la profesora Ledezma, fue otro de los incentivos que, junto a un kit con instrumentos acordes, se dejó en campo para que los cocoteros puedan hacer el registro de los procesos de reproducción de la palma, y sirvan como herramienta base para futuros protocolos que puedan ser socializados entre los consejos.
Para ABRIGUE, el compromiso con los agricultores es lograr acuerdos que planteen soluciones específicas. La productividad sostenible es la meta, pero el proceso para alcanzarla traza una fase de alianza entre institutos de investigación y cocoteros. Ellos y otros actores partícipes de las plataformas de innovación le apuestan a la ciencia como medio para el mejoramiento de prácticas, un escenario que dará lugar a la integralidad entre el uso responsable de la biodiversidad, el aprovechamiento de residuos, el mejoramiento de calidad de vida a través de un mayor ingreso y el cuidado de los saberes ancestrales para su relevo generacional.
Valentina Ruiz
Comunicadora - Proyecto ABRIGUE: fortalecimiento que transforma
Oficina de Comunicaciones
Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI
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