En sus últimos años, nuestro amigo y paisano Héctor “Peruca” Rojas, se refería a la presente foto, en el que aparecen los argentinos el Che Guevara y el bioquímico Alberto Granados en un partido de fútbol, quienes estuvieron en Leticia para el mes de junio de 1952 de paso para Bogotá, como si la misma hubiese sido tomada en la Cancha Popular de Leticia. Y eso no es así.

 

A mediados de diciembre del año pasado estuve en La Habana, Cuba, con mi familia en el afán de conocer esta hermosa ciudad caribeña, y el país: Cuba, del que tanto se ha dicho, sobre todo de todos los males del mundo desde 1959 cuando uno era niño y joven, y uno de mis grandes propósitos fue ponerme en contacto con la familia de Alberto Granado, y después de varias horas de insistencia en el barrio Miramar, un sector exclusivo en donde se ubican todas las embajadas del mundo, di con la casa.  ¡Qué fortuna!, más por insistencia de mi hijo Juan Carlos, que con sus zancadas al caminar, sus gafas negras bien puestas y con un sol ardiente y pesado del mediodía, se comprometió en dar con la casa como fuera, después de todo ha estado en grandes ciudades como Lima y Buenos Aires. Incluso estuvimos en el consulado argentino preguntando por la dirección de la casa de su paisano y la respuesta de su titular no fue el más amable: nos citó en ocho días y con una solicitud por escrito, cuando ya estábamos de regreso a Bogotá. 

 

Lo ciertos es que dimos con la casa grande de dos plantas, precedida de un gigantesco árbol. ¡Qué alegría! A la señora que estaba dentro le preguntamos si era la casa del médico Alberto Granado y desde allá nos dijo sí con mucha euforia y alegría como si fuéramos viejos amigos y como si supieran que los íbamos a visitar.  Ingresamos al antejardín y la persona que nos recibió en la puerta fue precisamente la profesora Delia Adelina Granado Duque, hija mayor del profesional que transformó la historia de la medicina en Cuba, brazo derecho del gobierno revolucionario de Fidel Castro y del mismo Ernesto “Che” Guevara; funcionarios que así prolongaban su amistad y compañerismo, iniciado desde hace mucho tiempo en Buenos Aires  y en su correría por América del Sur, sobre todo por el Amazonas y Leticia. De ahí la película Diario de motocicleta, cinta que la recomiendo para que la vean.   

 

Conocimos a su señora madre, Delia, la esposa de Alberto Granado, y Delia hija, que después del saludo y conocer el propósito de nuestra visita, nos invitó a conocer la casa, sobre todo la sala de estudio de su señor padre y al lado derecho del escritorio, colgado de la pared, vi la foto en un cuadro dorado de la que se hace referencia, del que sabía que no era una foto tomada en la Cancha Popular porque el arco no era de hierro y la Cancha Popular jamás contó con este material. Le pregunté por la misma y me contestó en el momento, sin embargo por correo electrónico le solicité nuevamente y su respuesta escrita me la dio así:

 

“(…) La foto es en la Escuela de Medicina de Santiago de Cuba, el Che fue a visitar a mi padre en la Escuela de Medicina y lo encontró jugando fútbol con alumnos y profesores y se incorporó, en Cuba como en el mundo entero los estudiantes practicaban deporte y en esa época habían algunos argentinos que como mi papá gustaban del fútbol, en esa foto hay dos argentinos, un panameño y un cubano que voy a averiguar si era profesor o alumno. La fecha exacta y el detalle de la camiseta tengo que definirlo bien. Tentativamente te comento que la fecha es entre 1963 y 64.

Seguimos en contacto, saludo de las Delias”.

 

Con esto se descarta lo que aseveraba nuestro amigo “Peruca”, afirmación que nos llevó a conocer la verdad verdadera, en la propia Cuba y con la misma familia de Alberto Granado y si el Che estuviera vivo hubiéramos conversado con él.  

 

Nuestro afán, después que se publique el libro “Don Cueva o “Trapito”, el Rey de los Feos, de mi autoría, previsto su lanzamiento para el mes de julio, será recuperar los 11 días que pasaron estos dos grandes argentinos en nuestra tierra amazónica.