No me vuelvan a invitar II parte
No quería dormir aún, y sugerí que destapáramos media botella de aguardiente que tenía “encaletada” en el morral. Antenor y Richard con sorpresa aceptaron la propuesta y decidí poner; por fin, la música de mi iPod.
-“¿Viejo Jaime, y cómo es el cuento de usted con Marianita?. Usted se ve que es de esos tipos tranquilos, como nerd, calmado…”. Dijo Antenor.
-“Epa! Espere, espere”. –Interrumpí - “En absoluto; vine porque sinceramente nunca había tenido un plan de esta naturaleza pero también acepté porque *Mariana quiso que la acompañara. Ella me atrae, es bonita y tiene algo que me mata…su sentido del humor. Sírvase otro Richard y brindemos”.
-“La nenita es superlinda, en la universidad la siguen muchos tipos y profesores. A lo bien, yo pensé que ella iba a traer al ex…un “tontazo” que la pone a llorar a cada rato”. Intervino Richard.
En ese ambiente transcurría la tertulia. El frio ya no era problema, pero la carpa con olor a orines y la falta de baño seguían siendo motivos de enorme preocupación para mí. Se acabó el aguardiente y echamos mano de una caja de vino completa (grave error). Ellos sacaron sus cigarrillos, y yo por mi parte, seguía amenizando la noche con una mezcla monumental de ritmos. De salsa pasaba a rock, de vallenato a boleros y de merengue a tangos. El vino era de regular calidad, dulce como para acompañar un trozo de cuajada. Sin embargo, en esas condiciones no podíamos pedir más.
-“Venga Jaime, ¿usted por qué no se le declara a *Marianita?. Aproveche que a ella se le nota que lo quiere. No traerse al bobazo del ex, es mucho decir. Hágale que Richy y yo lo apoyamos”. Decía a media lengua Antenor.
Enseguida me toma del hombro y sentencia:
-“Jaimito, usted nos cayó muy bien, usted es de los nuestros. Parcero”.
-“Gracias!; eso que usted me dice me da ánimo y verraquera para mañana decirle a ella que nos cuadremos. ¿Cierto que si?. Salud!”. Dije en similares o peores condiciones. La mezcla cumplió con su deber.
-“Salud por las princesas que duermen en esa carpa”. Gritó Richard.
-“Shhhh! Déjelas dormir. No sea &$%#!. Le reclamó Antenor.
Alrededor de la 1 de la mañana se acabó todo. No quedaba otra salida que ir a dormir. Nos acomodamos en la carpa sin ningún inconveniente. Puse mi cabeza sobre el morral e intenté dormir sin éxito. Daba vueltas, oía ruidos y a mi mente sin explicación alguna, llegaban las imágenes de la película “El proyecto de la bruja de Blair”. Los ruidos que fueron ausentes durante el día, se presentaron en la noche. Esperaba el momento en que a lo lejos alguien gritara desesperadamente y aterrorizado. Pendejadas mías. A las 3 de la mañana pude conciliar el sueño.
DE GUAYABOS Y OTROS DEMONIOS.
Desperté a las 7 de la mañana, con dolor en el cuello, en la espalda y un corazón de 5 kilos palpitaba dentro de mi cabeza. Se sumaron el olor a monte y el hedor a “berrinche” de la carpa. Ubiqué un sitio para ir a cepillarme los dientes y poder conseguir algo de beber. Un vetusto lavadero fue lo único que encontré. Al girar la llave con algo de fuerza desprendí el grifo y la lavada que me metí fue completa. Me despertó, y enseguida tuve que cambiarme de camiseta; no llevaba otro pantalón. No sin antes soportar las burlas de mis compañeros de viaje. A esa altura del paseo ya estaba desesperado, quería irme y llegar a mi casa a descansar, comer y ducharme. No pedía más.
Como soñador que soy, anhelaba degustar un desayuno “trancado” que me ayudara a pasar el guayabo. Tenía hambre y no oía ninguna sartén o utensilio parecido donde se preparara algo caliente. Sentado en una silla de plástico y alejado de todos, escucho la voz de *Mariana que me llama a desayunar.
-¿?-¿Qué es esto?, No puede ser, no. Una taza con leche y Corn Flakes y una manzana era el desayuno que me esperaba en el mesón de la cocina. No más. Imaginaba ese tazón de leche convertido en un humeante caldo y esa manzana en una limonada. Me sentía sin ánimo, desganado, deprimido, miraba el reloj y a ellos sin ningún afán de regresar a la ciudad. El pantalón mojado aumentaba el frio. Al terminar el “desayuno” aparté a *Mariana hacia un sitio donde pudiéramos estar solos.
-“*Mariana, ven y hablamos un asunto”. –Le dije. Antenor y Richard me lanzaban miradas cómplices creyendo que había llegado el momento para declarármele.
-“¿A qué hora nos vamos?, estoy que me voy. Lo único que he recibido de agua es la empapada que me pegué en el lavadero, no he comido nada caliente desde el viernes. Todo muy bonito y agradezco tu invitación pero ya me quiero ir”.
-“Corazón, no sé. Ellos están amañados y creo que por ahí a las 4 p.m. saldremos hacia Bogotá”.
-“¿Es decir, que vamos a almorzar acá? ¿Y cuál será el menú?. ¿Barras de granola y alpiste?. Me quiero ir. Me duele la cabeza. Mira como estoy de empapado; además ¿¡YO NO “HAGO” EN EL MONTE!; ni de vainas”.
-“Déjame y hablo con ellos…!gordito!”.
(Gordito su abuelo). Respondí mentalmente.
Al regresar a donde estaban reunidos, se acercan Richard y Antenor a preguntarme si me le declaré a *Mariana.
-“No le dije nada de eso. Les confieso que me quiero ir, como les expresé en un inicio yo no soy de este tipo de planes pero ya creo que fue suficiente mi experiencia. Les agradezco mucho por todo. Ustedes me dicen por cual camino me voy a buscar un bus que me regrese a Bogotá”.
-“Fresco Jaime, almorzamos bien rico y salimos de una…prometido”. Dijo Richard.
Esa mañana depresiva transcurrió entre sol, llovizna y mucho frio. Juraba en silencio no volver a aceptar una invitación de este tipo. Tenía hambre, sed y sueño. Tal vez les habrá pasado, pero hay una sensación que generan la rabia y el desespero que combinados producen risa; puede sonar absurdo pero es así. Reía a solas al verme en esa situación. Algo que jamás quise experimentar; sin embargo, estaba ahí. Nada que hacer.
Me acerqué a donde estaba *Mariana con el ánimo de arreglar las cosas, después del reclamo que le hice. Estaba muy seria, pero al igual que casi TODAS las mujeres; al preguntarle, insistía que no estaba de mal genio.
-“Trannnnquilo, ya casi almorzamos y nos vamos y no lo vuelvo a invitar a nada, parece un viejo “chocho” que no le gusta nada. Cuidado al señor se le invitar a respirar aire puro, cuidado come sano, cuidado tiene contacto con la naturaleza. Trannnnquilo!, que esta noche en su casa come lo que se le dé la gana, se echa a ver televisión y tema olvidado”. Me regañó.
(Menos mal no está de mal genio, fuera del guayabo que tengo y lo aburrido que estoy, me da tremenda cantaleta, lo que me faltaba. ¿Dónde quedó esa niña tierna, dulce y con buen sentido del humor?. Ahora tiene el humor sentido). Pensaba.
-“Discúlpame, reconozco que mi reclamo fue injusto contigo. Está bien, almorzamos bien rico y ya, deja el malgenio”. Le respondí.
-“NO ESTOY DE MAL GENIO. ¿OK?”. Abrió los ojos y se retiró.
Una mujer de mal genio es peor que un guayabo de vino dulce. Me uní a los otros muchachos para quemar tiempo mientras llegaba la hora del almuerzo. Les ayudé a desmontar las carpas y recoger algunas cosas. Ya casi llegaba la hora del regreso.
-“¡Ya está servido!”. Gritó Úrsula.
Al recibir el almuerzo, empecé a atar cabos. ¡Claro! Todas esos vegetales que traían no podrían ser utilizados sino para preparar…un tazón lleno de ensalada. Tomates, lechuga, zanahorias, maíz y rábanos hacían parte del “festín”.
Comí simulando agrado; igual, no había nada más. Resignado miraba a *Mariana y me esquivaba la mirada. Me daba risa esa situación porque el orgullo de las mujeres sobrepasa los límites imaginados, que entre más niegan su enojo más lo reflejan.
A las 2 de la tarde salimos de esa finca rumbo a Bogotá, parecía mentira. El mismo CD con las 6 canciones de nuevo sonaba en la camioneta pero no era molestia para mí. Igual, ya estábamos de regreso. Agotado, con sueño, la vista me ardía, los lentes de las gafas sucios, el frio era terrible. *Mariana en esta ocasión no me abrazó para descansar; por el contrario fue distante y todo el recorrido estuvo en silencio. Pensaba que es en estos instantes compartidos donde uno conoce de que esta hecho, que uno debe experimentar para después criticar y, que salir de vez en cuando de nuestro círculo es favorable, a pesar de las adversidades que se presenten.
Un trancón habitual en el ingreso por la calle 80 nos esperaba; en el cual duramos alrededor de 1 hora y media. Puedo concluir que a pesar de todo, no debo dejar de arriesgarme a hacer cosas que no son de mi gusto; lo importante es la experiencia que puedo adquirir, el explorar lo desconocido y conocer personas con hábitos y maneras de ser distintas. ¿Qué vuelva a hacer este tipo de plan?; tal vez, en otras condiciones sería interesante. Menos en plan de conquista.
Llegando a mi casa advierto la cercanía de un asadero de pollos, con algo de desespero le digo a Antenor que me quedaba en ese sitio; él insiste en dejarme en la portería del conjunto y yo en quedarme donde le indicaba. Ante tanta rogadera accedió, me despedí de todos agradeciéndoles sus atenciones. *Mariana torció la boca y medio se despidió (tan linda).
Con *Mariana nos volvimos a hablar pero tomamos cierta distancia, no éramos el uno para el otro. Como amigos está bien. Ella siguió con el “tontazo” que la pone a sufrir. Así son. Pero ella si tenía razón en algo…!fue un fin de semana que no olvidaría!.
*El nombre fue cambiado para evitar suspicacias.
JAIME ANDRÉS BARBOSA POVEDA
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