Bailarín
Nebulosamente recuerdo la última vez que charlamos, como siempre añorando la Leticia Pasada, pero con la firme convicción que aun podíamos fortalecer la Cultura Amazonense, desde meses atrás habíamos estado en comunicación por vía telefónica antes que decayera; para sus días en su convalecencia Gloria Revelo, me dijo: “Alfonso habla de ti casi desvariando, a preguntado por todos los artistas, llámalo y habla con él” la verdad no fui capaz, porque una cosa es escribir y lo otro es hablar con alguien que nos está dejando…así que me imagine su particular sentido de humor que lo caracterizaba, contagiaba con su animoso charla rápidamente, sus momentos y férreo sentido de pertenecía por su tierra y por su gente, definían su genialidad, efecto que se destellaba en sus obras musicales y cuando hablaba técnicamente era todo un doctor, y no puedo negar que lo critique muchas veces y no lo hacia personalmente a lo mejor por respeto y admiración al mismo tiempo, a pesar de todo inspiraba eso admiración y respeto…cosa que no necesitaba, él ya había hecho mucho por nuestra cultura, él ya tenía un espacio entre los grandes de la región en el sentido de la cultura y específicamente en la Música, pero él siempre fue popular con todos y especialmente con sus chistes tomados de la realidad Amazonense, nunca dejo de contar sus vivencias con su hermano, el popular Viking. El Maestro Bailarín siempre tuvo su peldaño entre los baluartes de la música, seguro irán a escribir y homenajear, el será el próximo enaltecido en nuestra calle de la cultura, así como el, pocos paisanos con su merecido y alto respeto, yo le decía: “Maestro Alfonso Dávila” de boca para afuera, pero mentalmente le decía, “Maestro Bailarín…”
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El me conto, al igual que a mí, no le gustaba de a mucho que le dijeran “bailarín”, como a mí, “Terremoto”, me contaba que el que le había colocado el apodo de bailarín, era el mismo que me había colocado el apodo a mí en años atrás, fue don Alejandro Cueva Robledo, para mí, mi abuelo “Papa Alejandro”. Que gracias a una rockola que trajeron los Cueva, cuando escuchaba “La plaga” y otros hit de otrora; decía que el rock and roll había entrado a Colombia por Leticia, no sé si lo decía en Broma o en serio, porque en la época miramos cine y música actual para la época, así como lanzamiento de toda índole en los mercados de entretenimientos; a lo mejor era porque todo llegaba de Estados Unidos y del otras partes del mundo a su paso de grandes barcos que iban para Iquitos…
La anécdota era que juvenilmente con su aspecto delgado, se ponía frente a la rockola y cuando sonaba esta, el mostraba sus dotes a temprana edad de bailarín y que por el espectáculo de pasos y contoneos graciosos le regalaban algunas monedas y que desde esos momentos mi abuelo lo apodo “Bailarín”. Y después ya en sus últimos días, el profesor Alejandro, lo denomino “el paisano y amigo” y yo le agregue: bailarín el paisano y amigo.
Él nunca se olvidó de sus raíces y lo que lo hizo llegar a donde llegó, a ganarse un sinnúmero de premios en música a nivel nacional de tener reconocimiento en su destacado roll de compositor, arreglista y profesor de armonía y composición musical. Bueno “Bailarín paisano y amigo”, te llevaste tu sonrisa, tu inteligente, tu sarcasmo, tu sapiensa musical, tus jocosas anécdotas, pero déjanos tu alto sentido de pertenecía por tu gente y tu cultura, para que así el legado que dejaste a tus aprendices que se multiplique por todos los tiempos. Descansa en paz, bailarín el paisano y amigo. Paz en su última morada, estoy seguro que los otros maestros te estarán esperando con sus guitarras, gracias a ti a ellos aún lo podemos escuchar, al maestro Sixto Arbeláez entre algunos y otros que ya no nos acompañan, allá tocaran bajo tu dirección hasta el resto de la eternidad, hasta cuando decidan regresarte a continuar el camino de la inmortalidad en el aprendizaje eterno.
Descansa en paz, paisano y amigo Alfonso Dávila Ribeiros, mi solidaridad con todos sus familiares y amigos…
Julio Cueva Márquez