Crónicas leticianas 65 Enseñanza para meditar
Leyendo uno de los tantos días correspondientes al oracional diario llamado “el Man está vivo”, escrito por el sacerdote Eudista Alberto José Linero, viene a mi mente una de las tantas problemáticas que vienen ocurriendo en el departamento del Amazonas, y en especial su ciudad capital Leticia, lugar en donde, desde hace mucho tiempo, algunos personajes están tratando de cambiar las cosas para darle un viraje gubernamental positivo a la ciudad, con miras a que sus habitantes, mejoren su entorno, su educación, su salud, su vivienda y todas esas cosas mínimas que hacen posible una buena calidad de vida; pero no, las cosas no cambian porque, en realidad, mucha gente no quiere cambiar o no les interesa que las cosas cambien.
Leía en el oracional, que Bauman en unos de sus libros comentaba acerca de un episodio de la Odisea, donde se narra el caso unos marineros compañeros de Odiseo, quienes fueron hechizados y transformados en cerdos por la diosa Circe.
Esos marineros, encantados con su nueva condición, se resistieron a los intentos que hizo Odiseo por romper el hechizo.
Cuando éste les comenta que ha encontrado unas hierbas mágicas capaces de devolverlos a la forma humana, los marineros convertidos en cerdos corrieron a esconderse.
Cuando Odiseo logra capturar a uno de ellos, lo frota con las hierbas apareciendo Elpenor, un marino común y corriente y, desde todo punto de vista, igual a todos los demás, no hábil para la lucha ni dotado de ingenio.
Elpenor, ya liberado, no estaba contento ni agradecido con su liberación. Atacando violentamente a Odiseo le dijo: - ¿Has vuelto otra vez entrometido a fastidiarnos y a molestarnos? ¿Vienes a exponer de nuevo nuestros cuerpos al peligro y a obligar a nuestros corazones a tomar nuevas decisiones?
Yo estaba tan contento revolcándome en el fango, jugando a la luz del sol, podía comer, gruñir y roncar, libre de dudas y racionamientos: ¿Qué debo de hacer?
Y es aquí en donde evoco esa situación por la que viene atravesando esa zona fronteriza desde hace muchos años y me pregunto: ¿Por qué la gente no quiere cambiar? ¿Por qué siguen permitiendo que las mismas acciones se repitan?
Yo creo y es un concepto muy personal, que esto se debe al conformismo económico dependiente de los entes gubernamentales, que le permite a los funcionarios de turno hacer de los suyas, bajo la permisividad pasiva de los empleados quienes, por conveniencia laboral personal o de alguno de sus familiares allegados, permiten que la situación los ahogue cada día en el fango de la corrupción, el conformismo, la falta de pertenencia y la dejadez, no dejando que las personas que están haciendo algo para sacar adelante la región de ese caos generalizado que cada día se agrava más logren sus propósitos, recibiendo como contraprestación, sólo respuestas agresivas y reacciones negativas a los cambios propuestos, y esto se debe a que la mayoría de sus habitantes crearon su propio estilo de vida y su manera de verla de la cual no quieren salir, razón por la cual no tienen deseos de cambiar ni de progresar porque se han acostumbrado a una vida mediocre, la cual viviéndola, no necesitan esforzarse ni luchar.
Carlos Javier Londoño O
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