Los efectos de una adicción excesiva
En vista de la buena aceptación que han tenido mis rememorativas crónicas leticianas de personajes, acontecimientos, hechos, e historias amazonenses.
En vista de la buena aceptación que han tenido mis rememorativas crónicas leticianas de personajes, acontecimientos, hechos, e historias amazonenses entre otras, crónicas que han sido del agrado de muchos de mis seguidores en las páginas de Facebook a unos porque les refresca la memoria sobre situaciones pasadas, a otros porque les interesa conocer lo que pasaba en épocas anteriores y algunos jóvenes deseosos de saber sobre el pasado histórico de su tierra, algotros porque gustan de mi estilo de escritura en donde la picaresca paisa no puede dejarse perder. Por todos estos seguidores, amigos motivantes, seguiré escribiendo mis crónicas sobre los diversos temas de los que soy conocedor.
Cuando llegue al Amazonas por allá en los años 70 el boom del negocio de la marihuana estaba en su apogeo en toda Colombia y Leticia no fue la excepción, pues para ese entonces era la droga más consumida a nivel nacional, ya que la cocaína y sus derivados como el bazuco no habían hecho su aparición y cuando lo hicieron, desplazaron el consumo de la anterior.
La de mayor comercialización por sus efectos era la llamada “punto rojo” traída de la Guajira y la costa norte del país en donde se cultivaba, la cual llegaba a diario a la región camuflada en la carga que traían los vuelos chárter que aterrizaban en el aeropuerto Vásquez Cobo en donde al efectuar las requisas aduaneras y de policía, era más la droga que entraba que la que decomisaban pues el negocio se hacía muchas veces con la anuencia de las autoridades.
Para esa época llegaba mucho turista informal al Amazonas, llámense mochileros o hippies de los años 60 ansiosos de experimentar droga colombiana que por su propaganda a nivel mundial era muy apetecida y por ende un buen negocio. Aparte de eso llegaban con miras a buscar en la selva hongos alucinógenos que mezclados con leche condensada o miel los hacia viajar por lo etéreo de esa manigua.
La juventud empezó a frecuentar el consumo de esta droga psicoactiva la cual asimilada por un cuerpo mal alimentado, con los calores calcinantes del trópico y si a eso le mezclaban lecturas filosóficas poco asimilables o entendibles, la situación era bastante calamitosa para el consumidor, pues el efecto no se hacía esperar rayando a veces en la intoxicación y por qué no decir en la locura pues una “traba”, con estas características en contra, distorsionaba la mente más cuerda, como le sucedió al hermano de un gran amigo quien después de una intoxicada psicoactiva, al medio día con un calor de 35 grados, se dirigió a las instalaciones del antiguo “CUS” en el Parque Santander y al frente de la guardia se descerrajó el cráneo con un tiro en la cabeza, causando conmoción en la ciudad por esta muerte violenta auto ejecutada por primera vez, y el otro caso se refiere a un personaje paisa llegado a la región a rebuscarse con su trabajo conocido como el “Loco Cano”( Aquí hago una aclaración que ese apellido Cano no corresponde a ningún familiar de los Canos políticos y comerciantes de la ciudad, esto con el fin de evitar malos entendidos en un pueblo en donde algunos de sus habitantes son especialistas en contravenir sin conocimiento de causa cualquier comentario o escrito que alguien manifieste, con tal de perturbar la paciencia).
Como decía esta personaje se embarcó también en los vicios del licor y la droga y a veces se excedía tanto en su consumo que perdía toda noción mental como de tiempo, caso que le ocurrió el día trágico en que excedido en su vicio clamaba que era Jesús y que caminaría sobre las aguas, en este caso sobre el río Amazonas.
Todos lo que escucharon su versión pecaron por incrédulos pues no se imaginaban cuáles eran sus intenciones.
Ese día, levantando las manos en alto comenzó a bajar por el puerto civil desde la esquina de la antigua Casa Gamboa despidiéndose de todo los amigos que se encontraba por el camino diciendo que iba a caminar sobre las aguas. Nadie le paraba bolas a sus aseveraciones.
Hizo todo el recorrido trágico bajando por el puerto civil pregonando sus intenciones seguido por varias personas que querían ver el desenlace de lo que estaba diciendo.
Al llegar al planchón metálico que servía de muelle al puerto prosiguió sobre éste su caminata en dirección al rio.
Ante la mirada atónita de la gente prosiguió su caminar y sin detenerse se le acabó el trayecto del muelle cayendo al rio en donde desapareció de inmediato.
A los pocos minutos llegó el Cuerpo de Bomberos de la ciudad a efectuar la operación de rescate tratando por todos los medios de localizar su cadáver el cual no apareció por lado alguno. A los tres días, fue encontrado río abajo después de la población de Tabatinga.
Como dato curioso: De las varias personas que por una u otra causa cayeron en esa parte del muelle casi ninguna fue encontrada en el sitio, pareciera que el rio las absorbiera y las hiciera desaparecer, posteriormente se encontraban aguas abajo después de Tabatinga muy lejos del sitio del accidente, lo que daba a entender que allí existía una fuerte corriente subterránea que desaparecía y arrastraba todo lo que caía en el sitio.
Carlos Javier Londoño O.