Muere un poeta
Postrado en su raído lecho.
Casi esfumándose su aliento.
Invadido de dolor, llora deshecho,
en esa soledad que le oprime el corazón
Hace un intento por levantarse pero;
sus débiles piernas ceden.
Cayendo derrotado al frío suelo
en completa abdicación.
Siente que se le va la vida,
Se encuentra en abandono.
Su Erato no ilumina
con su bella inspiración
desde hace rato.
Intenta asir su pluma.
Pero sus manos se hacen llanto.
La tinta, en su tintero
se convierte en sangre y tanto..
Que una nube de pesar lo abruma
y todo en su alma se deshace.
El papel convertido en monstruo
se torna ahora desafiante.
Asestando un fuerte golpe a su agonía.
Propiciando mas pronta su partida
Diciendo el adiós final y, se hace tarde!
No se sabe quién transporta
su vencido cuerpo al hades.
Y sus letras que antes
orgullosas florecían.
Han quedado atrás, enmudecidas.
Como mustios y yertos matorrales.
Triste funeral. No veo a nadie.
Que llore o que lo extrañe.
Solo una fría loza sin su flor.
Con una inscripción que reza escueta:
“aquí yace un soñador:
Que algún día pretendió ser un poeta.”
María Elena Muñoz C.