Tue, 06/16/2015 - 13:46

Una Leticiana en bicicleta

Deporte
Internet
Por: Yohana Pantevis
Historiadora / Msc en Estudios Amazónicos
Doctoranda en Estudios Amazónicos

Como buena leticiana el medio de transporte que utilizaba como la gran mayoría de las personas que vivimos en la ciudad era la moto. Pero en el mes de marzo tome la decisión de poner en venta la moto y comprarme una bicicleta; esta decisión no fue alocada, sino que surgió después de una visita médica. Tras las preguntas de rigor que realizan todos los médicos, me indicó que me subiera a la bascula, mi archienemiga en los últimos años.

En resumen tenía que cambiar mis hábitos y empezar hacer ejercicio inmediatamente, pase por el gimnasio, recurrí a las caminatas hacia el aeropuerto, pero las excusas también surgieron, estoy muy cansada, está lloviendo, la novela, etc. Así que pensé, la única opción es irme todos los días al trabajo en bicicleta porque no puedo pagar diariamente $8.000 en moto taxi.

Fue así como empecé a recorrer la ciudad en bicicleta. El primer día mire el reloj para conocer el tiempo de recorrido entre mi casa (barrio Punta Brava) y mi lugar de trabajo (Universidad Nacional) para mi sorpresa solo tarde 18 minutos en llegar. Pensé, es relativamente fácil y así empecé todos los días a "viajar en bicicleta".

La vecina de la tiendita de la cuadra tras verme varios días en la bicicleta me pregunto: ¿le robaron la moto? a lo cual respondí: NO, ¿se quedó sin trabajo? NO, frustrada me pregunta ¿entonces por que anda en bicicleta? le dije que estaba muy gordita, me miro confundida. Pero, este tipo de preguntas también me la hicieron varias personas que no entendían como podía ahora andar en bicicleta. Una vieja compañera del colegio me dio un consejo: "amiga no andes en bicicleta porque la gente va a pensar que eres pobre y no tienes para una moto", solo quede anonadada.

Pero andar en bicicleta ha sido una grata experiencia y a la vez un desastre. Me explico: hacer uso de la bicicleta ha mejorado sin duda mi salud (requiere poco esfuerzo físico y genera una alta eficiencia energética que resulta mejor que caminar), cuando pedaleo me desprendo de las preocupaciones y solo disfruto de la brisa, generándome una sensación de libertad que con los años las responsabilidades me han ido quitando; puedo ir sin prisa y a mi propio ritmo hecho que me ha permitido ser más ordenada y organizarme mejor para poder llegar a tiempo. De igual manera, tengo el tiempo suficiente entre un recorrido y otro para escuchar las canciones que tengo en mi celular y que ni siquiera recordaba que existían.

Pero también ha sido un desastre y no por las fuertes lluvias, en Leticia todo es relativamente cerca pero las personas conducen a más de 40 km/h, y muchos no respetan las señales de tránsito. Un día cansada de tanto atropello me enoje y pare en la mitad de la calle frente a un señor que casi me arrolla con la moto y, como buena colombiana le grite: "no ve el pare, está ciego", el señor me respondió: "la calle son para las motos y los carros", quede sin palabras.

Leticia es una ciudad pequeña y los leticianos además de calles en buen estado necesitamos andenes y espacios para transitar libre y ordenadamente. Recientemente la bicicleta se ha convertido en una estrategia de movilidad para importantes ciudades en el mundo y países como Canadá, Alemania, Holanda y China han desarrollado proyectos de planeación y desarrollo de infraestructura vial para este tipo de vehículos. En el caso colombiano Bogotá y Medellín son los mejores ejemplos.

Las comparaciones suelen ser odiosas pero en algunas ocasiones son necesarias para contextualizar. En el año 2010 tuve la oportunidad de visitar La Paz - Baja California (México), una ciudad que tiene un malecón de más de 50 km de extensión y su vocación no es el turismo, este espacio está pensado principalmente para sus habitantes. Hecho que me hizo reflexionar en ese momento en lo corto de vista que somos los leticianos porque estábamos (me incluyo) felices por las dos cuadras de malecón que nos había construido el ex-presidente Uribe.

Considero que es momento de pensar qué tipo de ciudad queremos tener, replantear no solo la movilidad, sino proyectar la inversión que se hace con los recursos públicos, en donde la calle 8° es el mejor ejemplo de los errores que nos van a resultar costosos en un futuro, sin el ánimo de polemizar, los canales para la escorrentía de las aguas lluvias con muy pequeños y poco profundos ¿la persona que hizo los diseños tuvo en cuenta el volumen de agua que cae en la ciudad? A mi modo de ver esa obra es un culto al cemento, los pobres árboles ya no tienen como recibir agua los llenaron de cemento.

La pregunta es ¿seguiremos viendo solo hasta donde finaliza nuestra nariz? ¿Cuál es la proyección que debe de tener la ciudad en los próximos 4, 8 y 12 años? Hasta la fecha ningún candidato a la alcaldía está a la altura de este reto y las “buenas intenciones” nos han llevado al estado en el que nos encontramos. En la historia los cambios bruscos generalmente generan resultados positivos. Y, si votamos en blanco que pasará… tal vez surjan nuevas personas a la altura de este desafío…

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