Sat, 04/18/2015 - 09:06

Damnificados de verdad o proselitismo político

Fotos de Leticia en 1973
Inundación mes de mayo de 1973

Ahora que el río Amazonas está en su etapa de crecimiento, viene a mi memoria una de las grandes crecientes de esta gran arteria fluvial.

Fue en el mes de mayo de 1973, cuando el río se adentro por toda la orilla de los 170 kmts que le pertenecen a Colombia en su trayectoria, cuando inundó las calles y aledaños al puerto principal de Leticia y aunque fue un fenómeno con traumatismos, no fue caótico para la población pues todo el mundo era sabedor que este fenómeno se presentaba anualmente y tomaba las precauciones necesarias para afrontar la emergencia.

Por esta razón no había ningún tipo de “contingencia” por parte del gobierno ni de los estamentos de socorro pues esto se veía como un acontecimiento normal para el cual todos estábamos preparados.

Los indígenas y personas que habitaban la orilla del río hacían sus casas tipo palafitos y los del puerto levantaban sus pisos con una altura basada en las crecientes anteriores, altura que no era predecible.

Cuando la creciente llegaba, ya todo estaba listo para afrontarla pues desde que empezaba a subir, se le hacia monitoreo y todos estábamos a la expectativa y aunque había cambios en ciertos aspectos por ejemplo en la locomoción por las calles inundadas la cual se hacia a punta de canoa, el comercio seguía su curso normal y nadie hablaba de damnificados y lo digo con conocimiento de causa por que en esa época era miembro activo del Cuerpo de Bomberos Voluntario y posteriormente jefe de Socorristas de la Cruz Roja y que yo sepa nunca se presentó una emergencia que involucrara vidas humanas o avalanchas por causa de este crecimiento pues este era lento y previsivo. Los hechos que se presentaban eran por negligencia, descuido y falta de previsión de los habitantes como incendios y ahogamientos.

Ahora después de que la región se convirtió en departamento vengo escuchando desde años anteriores de las ayudas y partidas presupuestales para los famosos “damnificados del Amazonas”, ayudas que cada año con la complicidad del gobierno de turno y las personas ribereñas, se reparten beneficiando no en realidad a los que la necesitan sino a uno que otro avivato de las entidades de socorro y politiqueros de oficio que aprovechan la situación para hacer su proselitismo político.

Así que preparémonos para ver próximamente por los noticieros nacionales las fotos y filmaciones hechas por los interesados en beneficiarse tomadas desde ángulos favorecedores que muestran la magnitud de esta creciente para solicitar ayudas y justificar unos gastos en detrimento del erario regional.

Que la creciente del río es real, es cierto, y que los indígenas y ribereños lo saben, también es cierto, que tal que el Amazonas se creciera de un día para otro arrasando con todo como ocurre con los ríos del interior, creo que ya Leticia no existiría, o estaría muchos kilómetros selva adentro manteniéndose la región continuamente en emergencia pero la naturaleza es sabia y sabe como hace sus cosas por esa razón el río da tiempo para que todo el mundo se prepare para esta realidad y el que no lo hace es el que esta pendiente de papá gobierno para que le colabore, alcahueteándole su desidia.

Estoy que viajo a Leticia a reclamar con intereses y todo, la ayuda que como “damnificado” me correspondía precisamente para esa fecha, como lo pueden ver en la foto adjunta en donde la fotografía revela la magnitud de la creciente y en donde estoy sentado en el techo de mi casa en el puerto viejo frente a la plaza de mercado. Para acceder a ella, debía hacerlo en canoa y entrar por el techo hasta mi habitación.

En esa época nunca dijimos nada, todos nos defendíamos como podíamos, nadie nos prestó ayuda, no se hablaba de damnificados, todos estábamos con la política de hacer patria honestamente, hoy desafortunadamente casi todo el mundo vive del “oportunismo” para sacar de cualquier situación la tajada y por ende esquilmar el patrimonio económico de la ciudad, esos son los inventos de la corrupción moderna.

Carlos Javier Londoño.

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