Carta de doña Leticia Amazonas a sus conciudadanos
A raiz de la situación que se esta viviendo actualmente en la región con el problema de los residuos sólidos, viene muy a colación esta carta que escribi en Abril de 2012 con motivo de los 145 años de la fundación del municipio de Leticia, para que se den cuenta que estos problemas no son nuevos que vienen desde años atrás sin que ninguno de sus gobernantes ni el pueblo en general hagan algo para remediarlos.
Amigos conterráneos: hoy que arribo a los 145 años de mi fundación, quiero en este escrito dejar plasmadas mis angustias, decepciones, e inquietudes que desde el día en que fui declarada capital del departamento del Amazonas y con el transcurso de los años me han venido ocurriendo sin que ningún doliente se apersone de mis sufrimientos ni pormenores para sentirme de nuevo con la calidad de vida que tenía.
Está bien que antiguamente no era la ciudad más próspera, populosa ni la modernidad se observaba por mis polvorientas calles, pero si me consideraba una ciudad acogedora, tranquila, fraternal, con sentimientos de patria y en donde el verdor de sus árboles sembrados o nacidos estratégicamente me daban esa frescura natural.
También fue una época en que mis regentes eran nombrados por sus buenas cualidades, ansias de trabajar por mí, empatía con mis conciudadanos y sobre todo por sus valores morales y aunque era normal que despertaran celos, siempre eran del gusto popular.
Pero hoy que les dieron la oportunidad de escoger mis gobernantes, las cosas cambiaron pues me están nombrando personajes que muestran inicialmente su faceta de oveja pero que automáticamente cuando llegan al poder se convierten en el lobo depredador del presupuesto con intereses personales que priman sobre el bien común, una de las razones por las cuales me encuentro en este estado de deterioro.
Antiguamente con mi gran compañero geográfico, el río Amazonas, hacíamos una llavería extraordinaria para tratar de que nuestros visitantes se fueran maravillados por las cosas naturales que le ofrecíamos tales como observar desde la orilla a veces pantanosa la grandeza de esta carretera fluvial, esos atardeceres multicolores cuando el sol decaía y se adormecía en su lecho con la brisa de fondo refrescando los rostros de los observadores y tantas otras cosas agradables que podíamos ofrecer que hoy me da nostalgia recordarlas.
Pero bueno, recordar es vivir, y más bien concentrémonos en mi triste realidad: Ya me llegó el modernismo con las consecuencias que esto conlleva y que no puedo evitar, pero si mis autoridades y mi papá gobierno me colaboraran, las cosas fueran más llevaderas.
Voy a hacerles un breve recuento de mis penurias para que se den cuenta como han cambiado mis componentes tanto físicos, económicos, administrativos, ambiental, arquitectónico, humano y turístico entre otros.
Físicamente me cambiaron mi fisonomía pues de ser un pueblo relativamente organizado pasé a ser una micro ciudad desorganizada con la misma mentalidad pueblerina que poseía que en nada me esta beneficiando.
Económicamente tuve mis momentos de felicidad, pero que mal librada salí de esa bonanza cocalera que tanta ostentación me causó y suplió –además- muchas necesidades básicas existentes, pero desafortunadamente me dejó ese karma y esa mentalidad de dinero fácil, falta de sentido de pertenencia y rumba, que muchos de mis conterráneos no han podido superar.
Y que decir de mis administradores, que estigma estaré pagando para que con el consentimiento de mis pobladores, elijan y me impongan unos personajes que no sienten ni el más mínimo amor por mí ni por mi amigo el río que somos prácticamente lo más valioso, y para muestra un botón miren el muladar en que esta convertida la orilla del malecón y sus alrededores que influyen en mi contaminación y la del río, complementado con el mal aspecto visual que ofrecen los tugurios de la isla de la fantasía que en nada nos beneficia con el visitante quien después de rodar por las deterioradas calles de la ciudad llegan al puerto a embarcarse hacia los sitios turísticos más representativos que teníamos como lo eran la Isla de los micos y el parque nacional Amacayacú, el Hotel Parador Ticuna los cuales por negligencia de ciertos actores nos lo quitaron pasando a manos del pulpo hotelero-turístico llamado Decamerón lugares que económicamente en poco me benefician, pues las ganancias de estas excursiones “amarradas” la mayoría se van para la capital.
Solo falta que se apoderen de lo poco que me queda como es la población de puerto Nariño, para que completen turísticamente el paquete.
Otras de las cosas que me tiene preocupada es el caso de la contaminación que estoy sufriendo tanto en el centro como en los alrededores por efecto del mal uso de los residuos sólidos o basuras para me entiendan mejor y aunque ya están tratando de tomar los correctivos, hacen falta unas campañas de concientización de los ciudadanos que son los causantes de este deterioro ambiental y si a esto le sumamos la contaminación sonora que aumenta cada día más, el despelote automotor en donde cada cual tiene su propio estatuto de tránsito, la drogadicción, la prostitución de menores auspiciada la mayoría de veces por los mismos padres, las enfermedades de transmisión sexual de las que poco hablan las autoridades sanitarias, las pandillas, robos, la ludopatía que también se está apoderando de mí y tantos fenómenos negativos que se están apoderando de mi entorno con la cantidad de gente que me está llegando llámense , reinsertados, desplazados, desempleados o rebuscadores les comento que nos estamos diciendo mentiras al seguir catalogándome como ciudad ecológica y remanso de paz de esta querida Colombia.
No es mucho lo que les estoy pidiendo a ustedes mis habitantes y sobre todo a ustedes mis administradores pero por favor codéense con mi gente, úntense del pueblo que los eligió para que juntos hagan algo por mí, se los digo sinceramente que a mí me da pena que me visiten , pues no quiero que me vean es este estado tan deplorable en que me encuentro y sé que muchos no están de acuerdo con estas aseveraciones pero aquí llegan personajes con mayor visión que nos muestran la realidad y que nos pueden ayudar haciendo ciertos comparativos positivos que redundarán en que nuestra calidad de vida mejore en la región.
Bien lo dicen mis veteranos moradores “Todo tiempo pasado fue mejor”.
Espero que celebremos este nuevo aniversario con todas las de la ley pero no la ley etílica con que se manejan la mayoría de mis actos sino con una toma de conciencia y un cambio de actitud si quieren ver en mí una ciudad atractiva, agradable, ambiental, ecológicamente organizada y con calidad de vida que eso es lo mínimo que esperan ustedes que viven en esta frontera en donde yo, la homenajeada, soy la cenicienta de Colombia por no ser una ciudad o departamento atractivamente electoral.
Por favor hagan algo por mí, que soy el futuro de sus hijos y por este Amazonas, como pulmón del mundo.
-- Carlos javier Londoño O.
Para consultar más crónicas del autor visitar el blog sineskrupulos