Crónicas 41 Concurso de pesca deportiva -La Piraña de Oro-
Crónicas leticianas.
“Concurso de pesca deportiva “La Piraña de Oro”.
Leticia como ciudad turística situada a orillas del río mar del Amazonas, debería emprender una campaña para recuperar los atractivos con los cuales muchos turistas nos visitaban en épocas anteriores, como el desaparecido concurso nacional de pesca deportiva denominado “Piraña de Oro” que se realizaba en la región en los meses de octubre de la década de los 80 y mas específicamente en los lagos de Tarapoto cerca a la población de Puerto Nariño como sede principal.
Como recuerdo este evento, cuando en compañía de otros pescadores aficionados de la región y de otras ciudades, residentes en Leticia, representamos a la comisaría en el concurso del año 1884.
Ese era un concurso de pesca deportiva con todas las de la ley, que se realizaba durante cuatro días,con invitaciones dirigidas a representantes de las regiones de Cundinamarca, Antioquia, el eje cafetero, el Valle y los Llanos Orientales,.
Los participantes llegaban un día jueves con el fin de iniciar competencias el viernes en la mañana con terminación y premiación el domingo por la tarde, con regreso el día lunes, a sus ciudades de origen.
Aficionados a ese deporte llegaban vía aérea a la ciudad, en donde eran recibidos en el aeropuerto por la comitiva organizadora.
Del aeropuerto eran conducidos a la orilla del ríoen donde los esperaba una lancha para llevarlos a Puerto Nariño, población que se vestía de fiesta desde el arribo de los concursantes.
Ya en la población sede, a los participantes, jueces y colaboradores, los hospedaban en el turístico hotel Brisas del Amazonas, emblemática construcción en madera de propiedad de don Carlos Martínez gran colaborador en estos eventos y gestor del turismo en la región.
Por la noche en una gran fiesta de bienvenida, con licor y comida a bordo, se daban las instrucciones para la buena marcha del evento, el cual era coordinado, entre otros, por el Inderena como entidad protectora de los recursos naturales en la región y, específicamente en el evento, pues reglamentaban las medidas para los peces que se encontraban en veda, además colaboraban para la buena marcha del evento, la Defensa Civil y la Cruz Roja como organismos de seguridad.
Al otro día a las 6 a.m se daba comienzo al concurso, los participantes abordaban una lancha que los conducía al centro del lago de Tarapoto en donde al arribar, cada concursante subía a una canoa que los esperaba con un indígena timonel acompañante,
Una vez embarcados se iniciaba el concurso, todos los participantes se desplazaban a través del lago, buscando el lugar apropiado para iniciar la pesca la cual sólo podían efectuar haciendo uso solamente de vara y anzuelo o cucharas para pescar con la modalidad de troleo.
Allí permanecían pescando todo el día, pues iban dotados con agua almuerzo y refrigerios, vigilados por jueces y organismos de seguridad.
Por la tarde regresaban de nuevo al centro del lago en donde la lancha los esperaba.
Una vez iban llegando, los jueces procedían a pesar a cada uno el producto de su pesca, ya que el concurso lo ganaba el que al final del mediodía del domingo, más libras en peces tuviera a su favor.
Cada participante mostraba con orgullo cada día, y en sartas, el total de su pesca, exhibiendo ejemplares de pintadillos, tucunarés, pirañas, palometas, karaguasú, payaras, entre otros, pesca con los cuales se hacían las comilonas en el hotel que al son de música y unos tragos acompañaban la camaradería de los concursantes con las historias, anécdotas y chistes que se narraban.
En los cuatro días que duraba el concurso, fuera del movimiento económico que representaba para la población, el ambiente festivo ahuyentaba la monotonía del pueblo, ya que mientras unos pescadores permanecían en el hotel descansando o divirtiéndose, otros salían a degustar de una cerveza y a compenetrarse con los habitantes, en los sitios a donde iban.
Ya el domingo, después del medio día que se hacia la última pesada, se daba el nombre del ganador, lo mismo que los nombres de los puestos subsiguientes hasta el quinto lugar.
El ganador se hacía merecedor a una copa y los puestos restantes a medallas además de menciones de honor y diplomas de participación.
Posteriormente después de la premiación se iniciaba la fiesta con almuerzo y licor incluido para todos los participantes e invitados especiales.
Al otro día muy temprano se trasladaban a Leticia para tomar el avión que los llevaría a sus ciudades respectivas.
Este concurso, junto con las fiestas de la “Confraternidad fronteriza” las fiestas de San Pedro y San Pablo, y el concurso musical denominado “el pirarucú de oro” eran las fiestas más representativas de la región, las cuales atraían turistas de toda Colombia, en la época cuando se manifestaba esa unión fraternal entre los habitantes que trabajaban desinteresadamente por la región, lo mismo que cuando las oficinas de turismo estaban en manos de promotores de empuje que trabajando mancomunadamente con la ciudadanía, la industria hotelera, con la Corporación Nacional de Turismo y con las Cámaras de Comercio de otras ciudades promocionaban la región a nivel nacional e internacional.
Fue una época en que daba gusto ver la ciudad invadida por turistas nacionales y extranjeros que se paseaban por la ciudad en donde se veían en bares y restaurantes degustando y celebrando la estadía, interactuando con los habitantes y dejando de una u otra manera, sus aportes a la región.
¡Que épocas aquellas!