Entonces me imaginaba, uno siempre ve a las personas así, como la fuerza externa que alguien hace para que se dé el siguiente movimiento, eso a veces, en otros es innato en ellos, pero lo confuso realmente es el siguiente movimiento, ese que gira constantemente y no es perceptible a los ojos por esos segundos, que al final termina en lo mismo, en cualquier cara de la moneda (…), cara o sello, suerte es ver caer en la misma cara la moneda.
A qué viene esta pequeña introducción textual; sentado un día en la mesa 14 en una cafetería popular de nuestra localidad, compartía con nosotros un reconocido concejal, entre sus anécdotas nos contaba: que un día el peleando por mantener un funcionario en un puesto; el nuevo nombrado en esa secretaria, el cual él suponía que mantendría a este burócrata en el mismo departamento; pero fue todo lo contrario, este nuevo jefe lo dimitió, el concejal tratando de persuadir insistió tanto que el resultado de esta intención termino con la siguiente frase “ entienda señor concejal en un mismo lugar no pueden estar dos ladrones” fue contundente sus palabras... y termina contándome el concejal con este personaje uno sabe a qué atenerse; e historia parecida con este mismo secretario fue la de un periodista que comentaba entre risitas hipócritas “con esta persona uno sabe a qué se enfrenta y a qué se atiene…” ahí es donde la suerte prevalece porque uno no necesita tener duda y ejercer la fuerza que sea, para esperar en que cara de la moneda va a caer.
Pero en otros casos uno definitivamente no sabe si ejercerle la fuerza a la moneda, porque uno no sabe en qué cara va caer , definitivamente eso de la suerte no me gusta de a mucho; porque casi siempre termina mal, era lo único que no me gustaba de mi papa, era un jugador empedernido, casi no deja de jugar, si no era los palitos, era los dados, o sino el billar o las cartas, o cualquier cosa se inventaba para crear una apuestas.
Así sucede constantemente en mi región vemos muchas caras, pero intenciones o corazones no sabemos, por eso decide desde hace mucho tiempo, encima de todo apoyar a cualquier emprendimiento del paisano sin rayar en la irresponsabilidad ósea en el regionalismo dañino.
Por lo menos a estas alturas puedo medio reconocer a los hipócritas, y falsos, ustedes me verán por un tiempo hablando o compartiendo con alguien, cuando ya no me vean, es por algo, no me canso de analizarlos y casi siempre terminan con el otro lado de la moneda.
Lo de estos últimos días sobre una acción de desalojo de unos comerciantes informales, ustedes se preguntaran ¿que pienso sobre eso?, se asustarían de cuál sería mi real posición, pero que podrían ustedes pensar y esperar de un ex policía, que toda su vida se la paso recibiendo ordenes, no es que tenga algo en contra de los policías, mis respetos por el gran servicio que prestan a la seguridad de la nación, pero es que eso va más allá de impartir una orden ¿dónde está la Leticia productiva y …? ¿Cuál es la otra? La pregunta mía ahora es ¿cuál es la otra cara de la moneda de estas personas vulneradas. (…)?
Este asunto de la otra cara de la moneda es totalmente amplio, vemos en todos los rincones de nuestra región, en las iglesias, en las escuelas, los barrios, las instituciones, etc… por lo menos yo sé y a lo mejor ya muchos sabrán cual es mi verdadera cara, pero también se pueden asombrar de mi otra cara, muchos piensan que tengo tinte de rojo extremo ósea comunista o socialista; pero realmente soy social demócrata en el buen y exacto sentido de la palabra. Admiro a Juscelino Kubitschek de Oliveira, Nicolás tesla, Gandhi, Mandela, y al líder de todos los líderes Jesucristo, así también como a otros que van más allá de su visión individualista y egocentrista.
Por eso la verdadera cara de la moneda la llevas en tu integridad no en el movimiento que le ejercen otros o la que acostumbras en tu amarga vida hacer por inercia. Tiro nuevamente la moneda y seguiré viéndola como va a caer, o seguirá pasándome en mi espera en esa tienda perdida en la urbe congestionada y contaminada, porque más que un saludo o una despedida como aquella de los buenos días, buenas tardes, buenas noches o esa “que Dios lo bendiga”; y el toquecito acostumbrada de “ellos” esa moneda puede que sea más grande que la del real, la otra cara te pueda aplastar.