Tue, 11/25/2014 - 09:02

Anaconda en Celo

Anaconda
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Era invierno. El río comenzaba crecer inundado todo; las tierras bajas se iban cubriendo de agua poco a poco; las islas se inundaban; los ribereños comenzaron a recoger las gallinas y marranos para colocarlos en galpones o llevarlos a lugares más alto para protegerlos de los caimanes y boas, que con el agua llegaban cerca a las casas y se comían a los animales domésticos.

Este es… ¡El amazonas agrestes y MAGICO!

Para aquel entonces en la isla de los micos se estaba filmando una película basada en el libro del escritor, Germán Castro Caicedo -PERDIDOS EN EL AMAZONAS-.

Era la historia de unos turistas abandonados en la selva. En ese entonces yo trabajaba en el albergue como guía de turismo y acompañaba al equipo de filmación. En una de las escenas de la película se necesitaban serpientes anacondas y se recomendó al gran baquiano y hombre conocedor de selva, don BIRO, quien se encargó de esta misión. Salimos en lancha por el río notificando a todos los ribereños la necesidad de encontrar la anaconda. Hicimos varios viajes y fuimos lo más lejos posible, regando la noticia sobre la búsqueda la serpiente, Regresamos al albergue y a esperar, porque aquí en la selva la paciencia es muy importante.

A los tres días de nuestro avisó llego un ribereño avisándonos sobre la presencia de una anaconda cerca a su maloca, en una cocha que había.

Partimos con todo el equipo para capturarla, porque la idea era llevarla viva, filmarla y volverla sana y salva a su hábitat, a la hora y media de viaje llegamos a la maloca del nativo y el camino a la cocha lo hicimos a pie.

Fue una caminada corta por un terreno fangoso, porque ya el agua comenzaba a inundar todo. Cuando nos íbamos acercando, se escuchaban ruidos secos y raros. Un poco asustado, le pregunté a BIRO que qué pasaba y, el sonrió y me dijo: “Es una anaconda hembra en celo”.

Cuando llegamos al lugar fui testigo de uno de los espectáculos más grande de la naturaleza: Había una bola. Se notaban varias serpientes enrolladas entre sí.

En una danza de lujuria; una lucha de varios machos para poseer a la hembra anaconda y entre ruido y movimiento se enrollaban todos a una hembra para lograr ser el vencedor y el escogido por la hembra para aparearse.

Fue increíble observar por horas ese espectáculo de vida; fue mágico observar esa lucha de anacondas macho por reproducirse.

Daniel Martinez

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