El Niño pone a temblar los bosques amazónicos
Las mafias deforestadoras aprovechan la época de sequía para prenderle fuego a las selvas amazónicas y apropiarse de las tierras. El Fenómeno de El Niño, que según el Ministerio de Ambiente ya impacta al territorio colombiano, intensifica este accionar y los incendios forestales. Sur del Meta, Caquetá y Putumayo son los más afectados ahora.
Mientras que la mayoría de colombianos alistan sus ánimos para celebrar las fiestas decembrinas, una época que para muchos representa felicidad, en medio de las selvas amazónicas el sentimiento es otro. Con la caída de las últimas gotas de lluvia y la intensificación de los rayos del Sol, los bosques de la región, conformada por más de 48 millones de hectáreas, inician el que puede ser su último fin de año.
Por cuenta de las altas temperaturas de diciembre y los primeros meses del año siguiente, el bosque amazónico queda en un alto estado de vulnerabilidad para albergar terrenos calcinados por los incendios forestales, un flagelo que no solo acaba con la cobertura boscosa sino que atenta contra la biodiversidad y la calidad de los suelos.
Ahora, todo parece indicar que esa sequía normal en Colombia vendrá reforzada por la llegada del Fenómeno de El Niño: un evento climático producido por el incremento en la temperatura de las aguas de la parte central y oriental del océano Pacífico, y el cual tuvo su más reciente accionar en el país entre 2015 y 2016, afectando a 719 municipios con más de 6.300 incendios forestales.
Ricardo Lozano, Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, anunció que El Niño ya ha madurado, “y está impactando con una madurez del 90 por ciento al país”. Según los pronósticos, este fenómeno podría tener secuelas hasta abril y las lluvias podrían disminuir hasta un 80 por ciento.
Con la llegada de El Niño, el caso de los bosques amazónicos se hace crítico dado que las mafias deforestadoras aprovechan las altas temperaturas para prenderle fuego a bosques con árboles de más de 20 metros de altura, talados desde el mes de octubre, y así invadir tierras sin dueño o baldíos de la Nación.
Rodrigo Botero, Director de la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible (FCDS), que hace monitoreo permanente de la Amazonia colombiana, afirmó que El Niño ha tenido una entrada temprana en la Amazonia, lo que ha acelerado los periodos de tumba de bosque. “Por este fenómeno, los días de Sol contínuo en la región han aumentado, que son los periodos que permiten quemar el bosque luego de tumbarlo. Esto permite que las mafias hagan las quemas antes de la verdadera entrada del verano, que normalmente inicia en enero”.
En sobrevuelos de la Fundación y SEMANA a comienzos de noviembre por Guaviare y Meta, en sitios como los Parques Nacionales Naturales de Chiribiquete y La Macarena, fue posible evidenciar tanto la tala de los primeros árboles como parches ya quemados, lo que significa el adelanto del accionar de las mafias por el aporte de El Niño a la época seca.
Botero alertó que la verdadera intención de las quemas en la Amazonia es la transformación inmediata de los bosques en potreros o áreas de ocupación. “Este último ha incrementado considerablemente su accionar en los últimos años y está asociado al acaparamiento de tierras, flagelo relacionado con la apertura de zonas con talas y quemas. En muchas ocasiones estos terrenos no son ocupados de manera inmediata y tampoco presentan cambios de uso del suelo rápidos”.
El experto complementó que ante mayores picos de temperatura con una larga duración, los bosques amazónicos y su capa de materia orgánica superficial del suelo quedan secos, y al incendiarse producen un efecto más fuerte. “La incineración destruye los microorganismos, encargados de degradar la materia orgánica que mantiene la fertilidad de suelo a partir del aporte de las hojas y ramas del bosque”.
Concluye que solo el 1 por ciento de los incendios en los bosques húmedos de la Amazonia son naturales. Los demás son ocasionados por las talas y quemas provocadas por la mano del hombre.
Por su parte, el Ministro de Ambiente indicó que uno de los sectores más expuestos ante la llegada inminente de El Niño será el ambiental, con pérdida de bosque y biodiversidad por incendios de la cobertura vegetal y contaminación del recurso hídrico. “En la Amazonia, patrimonio de toda la humanidad, lanzamos un “Pacto por los bosques” para generar acciones concretas de control y monitoreo con participación de la comunidad, que así evitar estos incendios y el aumento de la deforestación por el acaparamiento de tierras”.
Deforestación a la alta
Sin El Niño y con una sequía normal, el primer trimestre de este año fue catastrófico para los bosques amazónicos. De los ocho sitios con mayor cantidad de alertas tempranas por deforestación identificados por el Ideam, seis fueron en selvas de municipios como La Macarena, San Vicente del Caguán, Cartagena del Chairá, Puerto Rico, La Uribe, San José del Guaviare y Calamar.
En estas zonas, la entidad evidenció parches de deforestación de más de 100 hectáreas y puntos de calor en Parques como Los Picachos (396) y La Macarena (889). El Parque Tinigüa, en La Macarena (Meta), fue el más crítico: albergó 2.300 puntos de calor y perdió más de 5.000 hectáreas deforestadas por quemas para acaparamiento de tierras o ganadería, financiadas probablemente por actores ajenos a la región o grupos armados ilegales.
Según el Sistema de Monitoreo del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), entre diciembre de 2015 y marzo de 2016, época del último Fenómeno de El Niño en el país, la Amazonia registró 30.433 focos de calor. En el mismo periodo de 2017 y 2018, sin El Niño, esta cifra fue de 23.945 focos, es decir 6.488 menos.
Durante los primeros días de diciembre de este año, la región Amazónica ha registrado 289 focos de calor, en su mayoría en el sur del Meta (121), sur del Vichada (65) y Caquetá (48).
Edderson Cabrera, coordinador del Sistema de Monitoreo de Bosques y Carbono del Ideam, afirmó que la deforestación en la Amazonia siempre ha tenido su principal accionar el primero y cuarto trimestre del año. “En noviembre los deforestadores realizan la tala de los árboles de mediano y bajo porte. En diciembre inicia la tala mayor y entre enero y marzo tiene lugar la gran quema, que en 2019 estará favorecida por la intensa sequía provocada por El Niño”.
Cabrera hizo un llamado a las comunidades de la región para que denuncien los incendios y valoren los bosques amazónicos. “Ya estamos en uno de los momentos más críticos para la conservación de los bosques en Colombia, un recurso encargado de nada menos que regular el clima. Si la deforestación continúa necesitaremos de grandes inversiones económicas para restaurar esas áreas que pensábamos que nunca iban a acabarse, pero que probablemente ya estamos en el primer paso para no verlas más”.