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Programas para la transformación del campo
- Programas como FEST, IRACA, y Familias Rurales impactaron en la calidad de vida de más de 115.000 hogares en el campo colombiano.
-Otros programas de emprendimiento y empleabilidad vincularon a más de medio millón de personas.
Por : Comunicaciones Prosperidad Social
Bogotá D.C., agosto 5 de 2018. Un total de 115.283 familias de las zonas rurales de Colombia recibieron apoyo de los programas de Inclusión Productiva de Prosperidad Social, diseñados para aportar a la reconstrucción del campo colombiano y garantizar y reivindicar derechos de la población que más sufrió la guerra. Son programas que apuntan al cierre de brechas entre la población rural y la urbana, de acuerdo con el concepto de la Misión para la Transformación del Campo Colombiano del Gobierno Nacional. En estos, la inversión desde 2010 fue de casi 800.000 millones de pesos.
La lista de experiencias exitosas puede elaborarse por grupos de familias o por pueblos enteros. Desde la salvaguarda del universo cultural del pueblo de Totoró (Cauca), a la que el programa IRACA apoya en su dimensión productiva y de seguridad alimentaria, hasta la historia de 44 familias de la vereda Pavón El Hato, en Urrao (Antioquia), a las que el programa Familias en su Tierra (FEST) facilitó recuperar la dinámica agrícola para alcanzar seguridad alimentaria y producción para el mercado.
El proceso del Cabildo de la Parcialidad Indígena de Totoró encontró ahora, después de siglos de resistencia, el apoyo del Estado para alcanzar la vida digna desde sus propias dimensiones. Prosperidad Social aporta desde el fortalecimiento de los traw misak, espacios de producción y de garantía alimentaria alrededor de los cuales se da el trabajo y la vida cultural de este pueblo precolombino.
En Pavón El Hato, familias como la de María Resfa encontraron el apoyo de Familias en su Tierra para construir una vivienda digna y hortalizas, frutas y verduras y criar gallinas, cerdos y vacas, con las que sacan quesos y otros lácteos que luego venden en el pueblo para el sustento de la familia y la educación de sus hijos. Estas prácticas se habían visto suspendidas a principios de este siglo, cuando la guerra las sacó de la zona.
Otras historias similares pueden citarse para Familias Rurales y seguridad alimentaria. Este último, nacido en gobiernos anteriores, surgió como un modelo de entrega de semillas hasta llegar a un acompañamiento integral en la producción de alimentos para el autoconsumo. De hecho, el apoyo monetario a las familias se elevó desde 333.000 hasta 2,7 millones de pesos.
Los programas de inclusión productiva se completan con las iniciativas de apoyo al emprendimiento y la empleabilidad. En estos, el Gobierno invirtió más de 500.000 millones de pesos desde 2010. En emprendimiento, 300.000 millones se invirtieron en capacitar, entregar insumos y acompañar la puesta en marcha de negocios de unas 276.000 personas. En empleabilidad, más de 156.000 personas fortalecieron sus competencias y se lograron alianzas con el sector privado para la generación de empleo, para lo cual el Estado invirtió cerca de 200.000 millones de pesos a través de Prosperidad Social.