Al río Amazonas hay que tenerle respeto
A raíz del accidente fluvial ocurrido en aguas del río Amazonas, que enluto un hogar bogotano y que pudo haber enlutado a muchos más, con el respeto que todos me merecen, haré algunas acotaciones sobre las diferentes cosas que han ocurrido y seguirán ocurriendo en la región en muchos sectores de esa ciudad en donde se viven situaciones muy deportivamente y en donde el sector turístico no es la excepción, como lo he venido denunciando en mis crónicas leticianas escritas en años anteriores y a las cuales, como ocurre en la mayoría del país, solo les paran bolas y se toman los correctivos después de que ocurren los accidentes, subsanándolos con unos paliativos temporales mientras pasa la borrasca y la acción desaparece de las mentes olvidadizas de ciertos colombianos.
Afortunadamente y con el respeto a los padres de la niña fallecida, el incidente no paso a mayores, es decir, no hubo más muertos como por un milagro de Dios pues por la hora y lo fuerte de la colisión los efectos pudieron ser más nefastos debido a que el accidente no fue en un rio cualquiera, fue en las aguas de su majestad el Río Amazonas, río al cual hay que tenerle respeto a pesar de la tranquilidad engañosa de sus aguas.
Yo sé que la mayoría de los gestores turísticos de la región están haciendo las cosas bien desde sus oficinas pero otra cosa muy diferente es la situación que se puede vivir ya a nivel operacional del río en una ciudad en donde el rebusque debido a la desigualdad económica de la región son del diario vivir a veces con la aceptación de algunas autoridades.
No quiere entrar en detalles para no herir susceptibilidades en un pueblo, que como está ocurriendo en toda Colombia, decir la verdad no es de gran aceptación. Y para demostrar con hechos mis comentarios, les trascribo de nuevo la crónica leticiana 21 escrita en el 2012 cuando me encontraba en esa tierra.
Octubre 06 de 2012
Crónicas Leticianas 21 “Y no es terrorismo turístico”Con el debido respeto, a su majestad el famoso Río Amazonas.
Primero que todo no quiero con este escrito, crear polémica, ni ser juzgado como terrorista turístico como le ocurrió a mi amigo Fabio Dickson quien como guía de turismo en épocas anteriores y gran conocedor del río escribió hace varios años un artículo en donde a modo de recomendaciones describía también algunos de los peligros del río amazonas, artículo por el cual fue criticado como ocurre casi siempre cuando se escribe sobre las verdades que ocurren en ese departamento.
Por esa razón aclaro que no estoy haciendo mala propaganda turística ni al río ni al Amazonas, lo que quiero es detallar ciertos peligros latentes que tanto el río Amazonas, como los lagos, y sus ríos tributarios conllevan en su caudal o en lo profundo de sus aguas y que debido a que algunos guías muy deportivamente permiten el baño de turistas en esas aguas, no les advierten los peligros que puede conllevar esa experiencia.
Antiguamente cuando los paseos dominicales a baño era a los lagos y más exactamente a la bocatoma del acueducto en el kmt 6, se presentaron varios casos de personas ahogadas debido al toque de un temblón o anguila, pez morador de esas aguas, alargado con dimensiones hasta de dos metros que produce descargas eléctricas desde 10 hasta 600 voltios con los cuales paraliza a la víctima lo que le impide nadar muriendo por inmersión. Sin embargo la gente continuó bañándose en esas aguas con las precauciones necesarias.
Otro pez diminuto que es un peligro para los bañistas es el llamado “carnero” en español y “candirú” en portugués conocido en el amazonas como el “pez vampiro” por ser hematófago, es decir que se alimenta de sangre, razón por la cual se introduce en las agallas de los peces grandes en donde se alimentan de su sangre. Por esto no es aconsejable que una mujer con la menstruación se bañe en las aguas en donde habita este siluro so riesgo que este diminuto pez se le introduzca en la vagina. Para los hombres el peligro radica en que la persona al miccionarse en el agua el pez es posiblemente atraído por alguna sustancia úrica de la orina introduciéndosele por la uretra.
En el caso de los hombres, cuando esto ocurre, debido a dos púas que tiene a nivel de la cabeza con las cuales se adhiere al conducto urinario, su extracción es muy complicada lo cual puede producir hasta hemorragia interna, habiendo que recurrir muchas veces sobre todo en los sitios lejanos para salvarse, hasta la cercenación del miembro viril. Afortunadamente parece que la combinación de Uito con limón en agua caliente tomado en forma de te utilizado por ciertos indígenas, produce el ablandamiento y desintegración del pez el cual se expulsa con la orina.
Otro de los enemigos acuáticos son las pirañas, de las cuales las más agresivas son las que quedan retenidas en los lagos cuando el río baja, pues debido a la falta de alimento, todo lo que caiga al agua es considerado como comida.
De ahí que antiguamente las pescábamos con un hilo o pedazo de tela roja pegada a un anzuelo. De estas la más peligrosa es la piraña negra que se pesca más abajo de Manaos las cuales pueden tener de 2 o 3 libras de peso.
Otra gran enemiga cuando baja el río y deja playas, es la “raya” la cual se camufla en la orilla pantanosa. Al ser pisada por una persona reacciona introduciendo la punta urticante de su cola en las extremidades inferiores del intruso produciéndole un gran dolor.
Y que decir de las grandes especies que también habitan el río, como una “boa constrictor”, reptil de más de tres metros de longitud la cual aunque no es frecuente, si esporádicamente se desplaza y es vista en los caños, lagos y afluentes.
Y de las babillas que se cazan nocturnamente en los lagos.
Y para terminar, la famosa “pirahiba” pez de gran tamaño que puede alcanzar un peso de 180 kilos en su estado adulto y aunque no presenta voracidad , en su estado de inanición puede tragarse un niño o un adulto como el caso ocurrido con el soldado que se cayó de un remolcador viajando de Puerto Asis hacia Leticia, cuando al inclinarse a tratar de sacar agua del río con una totuma, fue jalado por la corriente encontrándose a los pocos días en la boca de un pez de esta magnitud que se atragantó con él pereciendo cerca de una playa, solo se observaban las botas que sobresalían de su boca.
Aunque estos casos no son frecuentes, si han sucedido en el área, sobre todo en las aguas del Amazonas abajo de Manaos, en los afluentes o en los igarapés que este majestuoso río posee.
Carlos Javier Londoño O