Mon, 06/30/2014 - 13:51

Por qué carajos

Foto: Julio Marquez Cueva
Foto: Facebook Julio Marquez Cueva

Corría los años de 1978, en Cali valle, en su estadio, el monumental Pascual Guerrero se jugaba el denominado Mundialito a portas de Argentina 78, se enfrentaban Perú y Brasil. Mi papa el Joven Cesar para ese entonces como siempre su mayor pasión el fútbol; acostumbraba a viajar a donde fuera para ver los partidos de su selección, la Peruana, esa vez nos llevó a casi todos nuestros hermanos, a los mayores y a los menores; el viaje fue de Bogotá a Cali, fue un desastre, me la pase vomitando todo el viaje. Y en el día del partido; tuve el privilegio de ver ese día jugar a Zico, Toninho Cerezo, Rivelino, Roberto Dinamite y uno de sus tres arqueros Leão, entre algunos de la selección Brasilera; y por la selección del Perú los inolvidables: Héctor Chumpitaz, José Velázquez, Cueto, Percy Rojas, el Cholo Sotil, Munante, Teófilo Cubillas, Oblitas, Leguia y la Rosa , también su arquero de descendencia argentina Ramón Quiroga, algunos de estos jugadores desaparecidos en un desastre aéreo en diciembre del 1987 donde se desvaneció una excelente generación de futbol peruano.

La algarabía era única en el Pascual Guerrero, se sentía un ambiente de alegría futbolística, entramos al Pascual, su magnitud me emocionaba con mi mirada de niño, gente por doquier, caballos árabes según mi papa, montados por policías en las entradas del estadio. Ya adentro en las graderías lo que vagamente recuerdo, es un taponazo que el arquero Leão sacó logrando una volada a casi a un metro y medio de altura y mandando el balón a un tiro de esquina; ese día supe que mi equipo preferido para siempre seria Brasil, después de años supe que era brasilero. A minutos de reposición de finalizado el partido me dio por ir orinar y me fui pensando que conocía el retorno, cuando percibí a mi regreso, que ya no había nadie en el estadio, fue cosas de segundos, fue en el momento que me sentí perdido dentro del estadio, fue cosas de minutos para desatar en llanto, no encontraba ni a mi papa ni a mis hermanos, ya a la salida después de casi una hora, me auxiliaron unos policías y pronto me reuní con mis familiares.

Otra cosa que recuerdo no tan vagamente es el día que en la primaria jugando para el equipo de mi curso con la camiseta de Argentina, tapando un penalti que fue cobrado por Octavio Benjumea, el tiro fue tan fuerte que golpeo secamente en mi estómago haciéndome sacar aire y para no achantarme en ese momento decidí silbar tirando en el suelo…

Otra anécdota que jamás me puedo olvidar, es cuando una vez y la última vez que apostaba a un partido de futbol y a las juegas económicas (apuestas); fue cuando América de Cali fue eliminado en el último minuto, me arrebataron una gran suma de dinero; apostar con un apostador y sabedor de futbol es tenaz, ese día caí de la borrachera, me quede pelado y mi platica se la disfruto Pinocho, el mismo del teatro de la séptima en mi querida tierra Leticia Amazonas; allá donde es inmensamente alegre estar en un triunfo de cualquier equipo dígase Nacional u otro, o más aun la selección Colombia o la selección Brasilera es de impacto y lleno de emoción, todos se juntan en ese momento, se olvidan de disputas políticas, de malos vecinos, de corrupción, de tristeza, es solo alegría y bulla en unísono, esa es mi tierra.

Definitivamente aun no entiendo, en la casa mía la gran mayoría desde mi papa que en vida era fanático del futbol, hasta equipo tenia, donde muchos personajes, empresarios, vagos, deportistas de la región jugaron; hasta mi mama doña julita le encanta el balompié, dos de mis hermanos fueron jugadores de la selección Amazonas que salieron a disputar títulos en el interior del país, mis hijos ni se diga, uno es hincha de Nacional y el otro grita cada que escucha un gol así no juegue la selección y grita alegremente “es gol de Colombia”, todos se visten del tricolor nacional…

Bueno y todo esto es para mencionar el título de esta nota ligera, por qué carajos no soy como todos los demás de mi casa y casi del mundo entero, es impresionante todos los links que sigo en twitter, en los noticieros, en los programas de televisión hablan de futbol. Por qué carajos vuelvo y me digo por qué carajos en ese viaje de Bogotá a Cali comí tanto que pase todo el viaje vomitando; por qué carajos me dio por orinar en el último minuto del partido del 1978 entre Brasil y Perú y que me hizo perder dentro del estadio vacío y llorar a moco tendido. Por qué carajos ese desastre aéreo con ese equipo que le hubiera dado mucha felicidad a mi padre. Por qué carajos no tape ese penalti que cobro Octavio, por qué carajos silbe en vez de pararme y decir no fue gol; a lo mejor hubiera continuado jugando futbol. Por qué carajos aposte sabiendo que el futbol es un fenómeno que solo se gana con goles y que los juegos de azar no son buenos. Por qué carajos no me meto a una de esas caravanas de bullicio de pitos y cornetas a festejar un triunfo. Por qué carajos no disfrute los partidos de mis hermanos y mis hijos; por qué carajos no me senté en familia a ver un partido cualquiera a disfrutar. Y por qué carajos no soy como todos, por eso, y me van a disculpar por la grosería “hoy HP mando al carajos todos mis prejuicios y a unas horas del partido entre Colombia y Uruguay y a minutos del partido entre Brasil y Chile, hoy salgo y me meto a cualquier caravana a gritar, y en el otro partido me coloco las camisetas de mis dos equipos Brasil y Colombia; y por qué carajos no lo voy hacer si me siento feliz de estar gozando este mundial, que por enfermedad no pude estar allá en el mundial, viva la frontera, viva Colombia y Viva el Brasil.

Julio Cueva Márquez

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