Thu, 06/19/2014 - 12:05

Cosas que nos suceden

Foto: Columnista
Columnista Carlos Javier Londoño O

“Las cosas que nos suceden” - Crónica -

Junio 14 de 2014

En una reunión con amigos, comentábamos sobre las diversas cosas que nos pasan sin querer, razón por la cual traje a colación una de esas muchas historias:

Me encontraba de compras en un almacén de cadena - para ser más exactos en almacenes Éxito de la 170 de la capital - sitio en donde anduve por todas las secciones curioseando hasta encontrar lo que buscaba, había compradores por doquier y por ende las filas en las cajas de pago eran largas; con la canastilla en mano en donde llevaba los artículos comprados en la sección de víveres, me dirigí a una de las cajas, en donde haciendo la fila normalmente me dispuse a pagar.

Todo iba normal hasta cuando apareció un personaje del cuerpo de seguridad del almacén acompañado por una señora entrada en años; quien dirigiéndose a mi fila me señaló con su índice.

El guardia me solicitó acompañarlo, cosa que me extrañó. Al preguntarle al vigilante el motivo de mi requerimiento me dijo que la señora le había dicho que yo le había sustraído el dinero de su cartera cuando ella se encontraba comprando mercado, precisamente en la sección de víveres.

El guardia me solicitó una requisa, a la cual yo me opuse diciéndole que la señora estaba equivocada y que ocurriera lo que ocurriera yo me iba dejar poner un dedo encima; La gente se fue arremolinando a mí alrededor para ver el desenlace; yo le insistía a la señora de que estaba equivocada y ella aseguraba que yo era el ladrón. -Señora, por favor, no me perjudique que yo no tengo que ver con su problema - le seguía repitiendo- y ella enfrascada que yo era el responsable, que yo me encontraba detrás de ella en la sección cuando su dinero desapareció, de lo cual se dio cuenta cuando fue a sacar el celular de la cartera para contestarlo. Señora revise su cartera de nuevo – volví a insistirle –

El escándalo ya fue tomando proporciones pues el guardia insistía en mi requisa y yo diciéndole que no me fuera a tocar para evitar más problemas, ¿qué pasaría si ustedes están equivocados ante el escándalo que me estaban haciendo? - les pregunté -

Ya bastante aireado ante este incidente le dije al guardia: Vea amigo, aclaremos de una vez este problema, llame a la policía porque yo de usted no me voy a dejar requisar.

Imagínense el escándalo, todo el mundo mirándolo a uno de forma despectiva sin permitirle a uno demostrar su inocencia. Al poco rato llegó la policía a quien se le explicó el incidente.

El agente en una forma muy respetuosa me solicitó una requisa, a lo cual le comenté: agente por mí no hay problema para la requisa, pero por qué no le exigen a la señora que revise de nuevo su cartera, que usted bien sabe que con la cantidad de maricadas que las ellas cargan en la cartera es muy fácil que a veces se les dificulte encontrar algo.

-Tiene usted razón, un momento hablo con la señora - quien ante la petición del policía accedió a revisar de nuevo su cartera; después de sacar papeles, celular, novenas, maquillaje, perfume, monedero y otro sinnúmero de cosas, observó que el dinero estaba refundido entre una libreta.

Al darme cuenta de la aparición le dije: - Si ve señor agente la razón por la cual yo no me dejaba requisar? y ahora que va a pasar porque yo no me voy a mamar este escándalo así por que así.

A los amigos que les estaba contando esta historia se limitaban a decir: Y vos que hiciste? Otros decían: vieja hp, mirá que escandalo tan verraco el que te ganaste. Y así todo el mundo daba su airada reacción.

Al quedar demostrada mi inocencia, los agentes me indicaron que me pusiera de acuerdo con la señora y conciliáramos para dar por terminado el impase.

Al comentarle a la señora que hacíamos porque ese atropello a mi honra no se lo iba a permitir, me dijo “señor que pena con usted, esa no era mi intención”. Con el Londoño ya en la cabeza le comenté: Ah no era su intención, pero mire, yo aquí quedando como un mísero ladrón delante de toda esta cantidad de gente, vea el escandalo tan verraco que me armó, ahora se van a invertir los papeles y con el respeto que usted se merece por su edad, el escandalo se lo voy yo hacer a usted porque esto no puede quedar así.

La señora confundida me solicitaba el favor que no le fuera a hacer ningún escándalo, que cuadráramos de alguna forma que si había que resarcir la ofensa económicamente que ella lo hacía.

Al decirme esto pensé para mis adentros: ahora llegó mi desquite, esta señora se va acordar de mí toda la vida.

Mientras tanto, la policía estaba interesada en que el escandalo se arreglara pues el tumulto de personas se iba creciendo.

Le pregunté al guardia que si había una oficina en donde pudiera hablar más privadamente con la señora, pues esa cantidad de personas era molesta tanto para mí como para la señora.

Caminando la señora en compañía del guardia de seguridad y los agentes de policía fuimos hasta una oficina en donde ella me insistía que me daba un dinero para que las cosas terminaran bien.

Para no ser abusivo con ella, pero eso sí, para que pagara su falsa acusación le pregunte que cuanto estaba dispuesta a darme para que todo quedara resuelto. Ella me dijo: aquí tengo 300 mil pesos los cuales le doy con tal de que las cosas se solucionen.

¿300 mil? Me pregunté, la maldad está hecha.

Listo señora deme el dinero y acabemos esto de una. Volviendo a esculcar en su cartera sacó el dinero y contó lo ofrecido. Cuando la señora se disponía a entregarme el dinero y yo extendí mi mano derecha para recibirlo, escuché la voz de mi señora que me llamaba que ya era hora de ir a trabajar. Me desperté riéndome cosa que llamó la atención a mi esposa a quien después de contarle lo sucedido también rió parejo conmigo.

¡ Ah!.. si los sueños se nos cumplieran jajaj.

Carlos Javier Londoño O.

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