La llegada del COVID-19 ha generado cambios y desafíos irreversibles en la cotidianidad de las personas, pero lo más importante de esto es la ardua labor que ha realizado el personal del sector de salud, donde han puesto inclusive en riesgo su propia vida, lo que convierte en heroínas a este personal que a diario se enfrenta a diferentes retos y desafíos que deben ser superados.

El Establecimiento de Sanidad (ESM) del Grupo Aéreo del Amazonas, cuenta con solo personal femenino, demostrando que como mujeres son capaces de sacar adelante cualquier situación o acontecimiento que se presente. Ellas se encuentran en la primera línea que ha atendido el COVID-19 desde el primer momento que el virus llegó al departamento del Amazonas.

La crisis presentada a raíz de la pandemia es un recordatorio de la contribución esencial del trabajo realizado por estas mujeres que se encuentran combatiendo un enemigo invisible, la subteniente Orejarena, médico general y comandante de la Escuadrilla de Servicios Asistenciales de Salud, quien desempeña labores como médico general, médico operacional y lidera los servicios asistenciales que corresponden al establecimiento de Sanidad Militar como lo son los programas de vacunación, vigilancia en salud pública y el programa de salud ambiental. Orejarena, es oriunda de Cúcuta, Santander, “su padre perteneció al Ejército Nacional, por ende, vivió en unidades militares, batallones de infantería”, por tal motivo aprendió de la disciplina militar y ver a su papá marchar en ceremonias, recibir conmemoraciones, le inculcó un amor por la patria, su papá la motivó principalmente a ser militar y pertenecer a la gloriosa Fuerza Aérea Colombiana.

La subteniente Orejarena afirma que “se siente orgullosa de todo lo que se ha alcanzado en la Fuerza Aérea, escogió esta Fuerza porque le apasiona la parte asistencial, ver que la misma se encuentra enlazada a la medicina en vuelos, pues nunca había explorado durante su carrera ese ámbito y era poco tratado, lo cual se convirtió en un reto para ella” y agrega que “lo que más le ha gustado es poder ejercer lo que estudió y ser militar a la vez, realizar los diferentes traslados aeromédicos desde los diferentes corregimientos” como por ejemplo los de la Chorrera, la Pedrera, áreas no municipalizadas de difícil acceso a las cuales llevan una esperanza y una atención íntegra al personal que tiene un quebranto de salud.

Historias como las de Laura son muchas, mujeres que, por vocación, por amor a lo que hacen y por amor a su patria han logrado llegar hasta las filas militares de su Fuerza Aérea Colombiana para ejercer el valor del servicio. Así es el caso de la subteniente Moreno, comandante de la Escuadrilla Administrativa del ESM, Administradora de Empresas, hija de un señor militar en uso del buen retiro y hermana de un señor oficial subteniente de la Policía Nacional, quien en síntesis es la encargada de los contratos correspondientes al establecimiento y diferentes labores que acarrean un alto cargo de responsabilidad aportando al buen sostenimiento, control y administración del lugar, cabe decir que esta es una labor vital porque es un trabajo necesario para el funcionamiento del ESM.

Por su parte, la subteniente Villamizar, odontóloga y jefe del Establecimiento de Sanidad, ha contribuido de manera objetiva en el desarrollo de sus actividades como jefe, pues ha sido un pilar fundamental en el direccionamiento del lugar y del plan de acción durante la pandemia presentada por el COVID-19, adaptando la prestación de los servicios de salud a la emergencia sanitaria, administrando los recursos de manera eficiente convirtiéndose en algunos de los retos que ha tenido que enfrentar.

Ahora bien, la aerotécnico y enfermera Castro, es hermana de dos señores suboficiales de su Fuerza Aérea, la aerotécnico Arenas también enfermera es la primera militar de su familia, y el técnico segundo Cely quien se desempeña como regente de farmacia, esposa de un señor militar del Ejército Nacional. Cada una de estas mujeres tienen una relación cercana con la vida militar, aman lo que hacen y tienen vocación por su importantísima labor, protegiendo al personal militar y civil del Grupo Aéreo del Amazonas y personas que requieren de sus servicios en el departamento, como lo son los pacientes trasladados en vuelos aeromédicos diagnosticados con COVID o evacuaciones aeromédicas a personas heridas o con patologías que requieren el traslado inmediato.

Cabe mencionar que todas son mujeres empoderadas que se caracterizan por ser bastante fuertes y por apoyarse, lideran programas y conjuntamente realizan campañas de promoción y prevención para cuidar la salud del personal. Trabajar con mujeres “puede ser en ocasiones un poco complicado, pero no difícil las mujeres son más organizadas, más dinámicas más activas, trabajar con ellas hace que todo sea más organizado, pues cada una sabe qué tiene que hacer en sus cargos, cómo debe comunicarse, cómo debe realizar cada cosa, tanto en la parte asistencial como en la parte administrativa. Ha sido un trabajo muy bonito en el que se destaca mucho el poder e inteligencia que tiene una mujer” expresó la subteniente Orejarena.

Para ellas es difícil ver como hay enfermedades que evolucionan rápido y tener que evacuar a pacientes con esos padecimientos es doloroso y difícil, teniendo en cuenta que a veces las enfermedades se complican de una manera inesperada, evacuar personas en un estado crítico de salud es lo más tedioso, pues, además, hay desafíos que enfrentar como la escasez de equipos médicos, las largas horas de trabajo usando trajes y elementos de bioseguridad indispensables para su protección.

Sin embargo, y frente a todo ello, se puede decir finalmente que como personal que hace parte de la primera línea contra el COVID-19, y a pesar de las dificultades o presión estas mujeres luchan contra la pandemia y han logrado contener la infección por COVID-19 en la Unidad pero, esto también ha sido una gran oportunidad “para aprender y ampliar su conocimiento, efectuando un trabajo fuerte y duro que ha requerido horas de trabajo e inclusive llegar a contagiarse, superar el virus es una experiencia que permite entender las condiciones del paciente y aprender cosas nuevas” contó la subteniente Orejarena.

Estas mujeres eligieron sus profesiones para cambiar la vida de muchas personas, evidenciando el compromiso y vocación como médicos, enfermeras, personal asistencial y administrativo de la especialidad de salud, mujeres del aire que dejan huella en los corazones de los colombianos que confían en sus capacidades, superando cada obstáculo para combatir el enemigo invisible el COVID-19 y cualquier otra patología o emergencia que se presente.

El grupo de investigación “One Health” de la Universidad Nacional de Colombia lideró una jornada de salud llevada a cabo en la comunidad indígena Muina Murui de Leticia Amazonas, la cual fue apoyada por su Fuerza Aérea Colombiana y La Armada Nacional en la que se benefició alrededor de 450 personas.

Esta fue una actividad de acercamiento a la población y liderazgo comunitario en la que se ofreció un servicio básico de atención médica, entrega de medicamentos y kits de bioseguridad recordando el uso del tapabocas para mitigar la propagación del COVID-19. Además, se realizaron rondas de juegos por parte del personal militar y se entregaron juguetes para los niños de cero a diez años de edad, en aras de ofrecer un espacio de entretenimiento.

Por su parte el personal del grupo de investigación “One Health”, recolectó la información necesaria para el “Análisis del Microbioma”, así también llamado el proyecto de investigación que consiste en “tomar muestras de hisopado, sangre y saliva para hacer un estudio de la microbiota con el fin de saber que agentes infecciosos pueden estar circulando en las comunidades indígenas”.

Es así como su Fuerza Aérea Colombiana continuará trabajando de manera mancomunada con otras Fuerzas y entidades en aras de contribuir con el mejoramiento de vida, protección y desarrollo social de las comunidades indígenas que viven en el departamento del Amazonas.

En conmemoración al Día Mundial de la Vida Silvestre, se llevó a cabo una jornada medioambiental en el barrio la Esperanza en Leticia, Amazonas, donde se lograron sembrar más de 50 especies de árboles frutales entre ellos; papaya, pomarrosa, copoazú y caimarona.

La actividad se realizó en cabeza de la Secretaria de Competitividad Medio Ambiente y Turismo (SCMAT) de Leticia, el Ejército Nacional y su Fuerza Aérea Colombiana, donde desde muy temprano el personal militar, funcionarios y colaboradores llegaron al lugar para plantar los árboles con el fin de contribuir a la protección y cuidado del medio ambiente en esta zona estratégica del país.

Vale la pena resaltar que estas plantas fueron sembradas porque ofrecen diferentes beneficios ya que recuperan el paisaje, purifican el aire, embellecen los espacios, producen oxígeno, sirven como refugio para la fauna y ayudan a combatir el efecto de isla de calor en la ciudad.

De este modo su Fuerza Aérea Colombiana, continuará uniendo esfuerzos y trabajando, en aras de fortalecer y promover la responsabilidad social para la preservación del medio ambiente en el Amazonas.

A sus 20 años, el soldado Hamilton Matapí, hizo su sueño realidad, pues de pequeño anhelaba con ansias pertenecer a su gloriosa Fuerza Aérea Colombiana. Siempre quiso ponerse el camuflado; un día logró verlo de cerca, en una tarde que recuerda con gran emoción, cuando se encontraba haciendo deporte frente a las instalaciones del Grupo Aéreo del Amazonas (GAAMA), y observó al personal militar de la guardia portándolo, desde ese entonces, “prometió que él tendría que usar el uniforme algún día y pertenecer a la Fuerza Aérea”.

Su familia y amigos consideraban que esto era un gran reto, un sueño inalcanzable, pero para Matapí era solo un propósito de vida y una meta más que debía cumplir, sobre lo cual afirma con gran certeza que para él “nada es imposible, le gustan los retos, las cosas difíciles, aquello que le digan que él no logrará hacer”.

Hamilton nació en el corregimiento de Mirití Paraná del Amazonas, en la comunidad de etnia Matapí, en donde ha vivido toda su vida, de la cual recuerda con felicidad aquellos momentos de infancia en los cuales le inculcaron sus tradiciones ancestrales, aprendió prácticas culturales; como cuentos nativos, leyendas, a cazar animales, recolectar alimentos, pescar y a realizar bailes típicos. Lo cual pasó a un segundo plano, pues su vida tuvo un cambio, ahora sus hábitos son los de un soldado ejemplar, levantarse temprano, portar armamento, entonar himnos e inclusive cambiar sus bailes por aprender a marchar. Ante esto, Hamilton desde su primer día como militar ha demostrado tener el valor, el honor y el compromiso que identifica al personal de la FAC.

Entrenar el cuerpo, el espíritu y la mente, lema que ha quedado impregnado en los pensamientos del joven soldado, que le han inculcado en su vida militar y que afirma es lo más importante para él, pues se necesita tener un buen estado físico, tener a Dios en el corazón y conocimiento para ser una persona íntegra “digna de pertenecer y representar a una institución tan impecable”.

Antes de comenzar su vida como soldado, Matapí se dedicaba a practicar artes marciales como el taekwondo, según él “las personas de su entorno le decían que era un deporte difícil de aprender, por lo cual, lo convirtió en un reto” que finalmente logró cumplir, dado a que entrenó por varios años, donde participó en diferentes torneos ganando medallas, quedando como campeón, en primer puesto de la categoría de cinturón blanco y excelente deportista. Pues realizaba ejercicio cuatro horas al día como muestra de disciplina y ejemplo de superación personal. Es importante agregar que Hamilton también es docente de Educación Básica Primaria, a los 16 años de edad logró culminar su educación media y dar inició a sus estudios como Normalista Superior, en aras de formarse académicamente y laborar mientras esperaba la oportunidad adecuada para prestar el servicio militar.

Matapí a sus 20 años ha logrado demostrar y reafirmar que “cuando se quiere se puede”, pues el joven decidió cambiar su maloca (casa comunal de la Amazonia) por un alojamiento militar que debe compartir con más soldados oriundos de diferentes regiones del país y aprender a convivir con culturas diferentes a la suya. Hoy Hamilton hace parte del personal de soldados del Grupo Aéreo del Amazonas, siendo el único indígena de la etnia Matapí del escuadrón, que ha dejado su comunidad en alto, ha forjado sus valores y virtudes, ya que realiza un trabajo honorable sobre el cual con mucha seguridad declara firmemente “no temerle al enemigo, sabe muy bien cuál es su labor dentro de la Unidad”.

El único hombre de cinco hijos que se ha encargado de cuidar a sus cuatro hermanas y a sus padres, hoy en día se encarga de proteger una Unidad Militar, Hamilton asevera que la labor que realizan los hombres y mujeres de su Fuerza Aérea Colombiana es muy importante dado que ayudan a las personas de poblaciones vulnerables, de zonas no municipalizadas como Tarapacá, La Chorrera, La Pedrera o comunidades de difícil acceso por su ubicación geográfica.

Con un gran suspiro el soldado expresa que “su comunidad se siente orgullosa de que él como indígena Matapí haga parte de esos pocos, que tienen la oportunidad de ingresar a tan selectiva institución militar”. Pues, Hamilton anhela con ansias culminar su etapa como soldado para incorporarse como oficial de su Fuerza Aérea.

“A los jóvenes que quieran prestar el servicio con la Fuerza Aérea Colombiana deben proponérselo como una meta, el sueño de ser parte de una Unidad Aérea sí lo pueden cumplir, ¿Por qué resignarnos a los sueños si podemos esforzarnos para alcanzarlos?”. Hamilton espera que más hombres de su comunidad, de una zona tan apartada digan con honor y orgullo: “Mari, Ke Rinaka Iwiji Ejo” (Así se va a las Estrellas en lengua Yukuna).

En el marco de la “Operación San Roque” su Fuerza Aérea Colombiana, se ha encargado de realizar diferentes misiones en la frontera sur del país, en aras de mitigar el impacto que ha generado la pandemia del COVID-19, es así como el Grupo Aéreo del Amazonas se ha convertido en una unidad estratégica para las poblaciones del departamento.

Sin embargo, en aras de contribuir al cumplimiento de la misión institucional se realizó un trabajo mancomunado entre su Fuerza Aérea Colombiana, la Armada Nacional, el Ejército Nacional y la Policía Nacional en el Parque Santander de Leticia; el cual consistió en llevar a cabo la actividad denominada “Plan Saludo” con el objetivo de tener un acercamiento con la población mediante la entrega de volantes alusivos a la “Operación San Roque” y elementos de bioseguridad con el fin de mitigar la propagación del COVID-19.

Durante la actividad se le recalcó a la población amazonense las acciones que se deben llevar a cabo para prevenir el contagio del virus, a quienes se les hizo entrega de tapabocas reiterando la importancia de utilizar este elemento para su protección y proteger a otras personas con el adecuado uso de la mascarilla, de igual forma se les recordó el lavado frecuente de manos con agua y jabón.

Su Fuerza Aérea Colombiana continuará realizando misiones conjuntas y coordinadas para fortalecer el trabajo en referencia a la prevención de la propagación del COVID-19, con el fin de contribuir de manera más efectiva al alcance de los objetivos nacionales en la batalla contra el virus.