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Iquitos será la primera ciudad del Perú que funcionará con energía solar
Movilizar una ciudad con energía solar será muy pronto una realidad en el Perú. Iquitos, urbe con una de las energías más caras y contaminantes del país, será la primera en contar con una central fotovoltaica para su uso exclusivo, la cual proporcionará entre 160 y 2010 giga watts (GW) hora.
“Eso significa entre el 40% y 50% del consumo eléctrico de Iquitos”, anota Humberto Montes, presidente del directorio de Electro Oriente, distribuidora eléctrica para Loreto y San Martín.
Esto será posible gracias a los contratos de suministro de energía solar que la empresa estatal acaba de firmar con tres generadores de energía, dos internacionales y uno peruano.
Ellos son la multinacional francesa EDF (Électricité de France), que se encargará de suministrar energía solar para las ciudades de Iquitos y Requena; la británica Aggregko, que hará lo propio con Nauta; y la peruana Nobu Solar, que abastecerá a las localidades de Caballococha, El Estrecho y Tamshiyacu.
El objetivo, explica Montes, es reducir la dependencia de Iquitos y las ciudades loretanas en el petróleo que se produce en la Amazonia, única fuente de energía disponible para ellas debido a su aislamiento geográfico del resto del país y del sistema eléctrico nacional.
“Ahora en Iquitos se queman cerca de 20 mil galones de petróleo por día para generar energía, lo cual hace más de 7 millones al año, un volumen exorbitante”, precisa el funcionario.
Iquitos se ilumina y se mueve con energía a diésel, cara y contaminante. Desde el 2024 dispondrá de otra fuente de energía, barata y eco-amigable: la energía solar. (Foto: IStock)
Una iniciativa del consorcio español Isolux para tender una línea de transmisión entre Moyobamba e Iquitos a lo largo de 630 kilómetros, fracasó en la década pasada debido a complicaciones ambientales, técnicas y financieras.
De allí que se especulase mucho, en adelante, sobre la posibilidad de autoabastecer a Loreto con las energías disponibles en la región, como la solar y biomasa.
Sin embargo, el alto costo de estas tecnologías, en años previos, disuadían a las empresas y el Estado de tomar acción efectiva. Pero eso ha cambiado recientemente.
Fuente consultada /ibenia.net