Tue, 01/26/2016 - 06:49

Aniversario No 50 del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Leticia

Algunos de los tantos voluntarios que hemos hecho parte de tan loable
Foto cortesia de Betsy Diaz
Fotos cortesia de Betsy Diaz

“Crónicas Leticianas”

“Aniversario No 50 del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Leticia

” Hoy estamos de plácemes. El Benemérito Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Leticia celebra en este día el quincuagésimo aniversario de su fundación.

Fue en la fecha enero 26 de 1966, hace 50 años, cuando por iniciativa de unos entusiastas voluntarios con el señor Fabio Quintero Barrera a la cabeza como primer Comandante de la institución se dieron a la tarea de sacar adelante ese proyecto.

Con los principios vigentes a la fecha de Abnegación, Valor y Disciplina como pilares fundamentales de la institución, fueron reclutando personal, instruyéndolos en materia bomberil para hacer de la entidad lo que hoy es , que a pesar de los altibajos que ha tenido propios de las entidades que están a merced de las limosnas que les aporta el estado.

Para el año 1972 tuve el privilegio de pertenecer a la institución, seis años después de su creación razón por la cual desconozco el historial de esos años anteriores, pero a partir del año en mención, haré un breve recorderis de los acontecimientos más importantes que sucedieron durante mi estadía y posteriormente a ella.

Cuando ingresé, en compañía de mi hermano Oscar, como voluntario, el Comandante en jefe era el Mayor Fabio Quintero Barrera, gerente del Incomex Seccional Leticia, secundado en autoridad por el Capitán Edison Díaz Prada (Q.E.P.D), los tenientes: Tomás Cárdenas Barbosa ( Q.E.P.D), Jairo Hernández ( Q.E.P.D), Manuel Cabrera Benítez y Juan Revelo, como cabos estaban: Milton Puentes, y Alberto Velandia, y entre los voluntarios que recuerdo estaban: Bayuca ( Q.E.P.D), Arturo Mantilla, Oscar Londoño, Culimbo; Valera, Armando y Germán Alarcón, Fermín Holanda, Roger Cuevas, Edgar Lozada, Carlos Humberto Peña , Héctor Álvarez (apodado El Varo) quien era el hazmerreír en los entrenamientos con sus apuntes y su modo de actuar y mi persona entre muchos otros, todos aglutinados en una familia trabajando por la región y en donde cada uno iba ascendiendo según sus capacidades y conocimientos.

Como voluntarios no devengábamos ningún emolumento a excepción de dos de ellos, que a regañadientes, eran remunerados por la Comisaria.

Allí se vivía en un ambiente de hermandad y camaradería en donde inclusive era posible disfrutar de una habitación por el sólo hecho de ser voluntario y no tuviera en donde vivir.

Para el servicio de emergencias se disponía de una maquina en condiciones no muy halagüeñas la que tenía que prenderse constantemente para que se mantuviera caliente y no fallara al momento de actuar ante una llamada de emergencia.

También se disponía de un jeep para el desplazamiento del comandante, quien vivía al frente del cuartel.

En cuanto al uniforme, era un overol enterizo de dril color café que no ofrecía ninguna seguridad, asegurado a la cintura por una fornitura o correa ancha de donde pendía una llave universal para abrir los hidrantes, el casco era de un plástico endurecido con poca resistencia a los golpes y las botas eran de caucho marca Croydon, lo demás era nuestro cuero expuesto al peligro cada vez que se salía a una misión, pero eso sí, con el orgullo y el valor de portar dicho uniforme.

Cuantos no añoramos la sirena instalada en el colorido tanque de agua perteneciente a “Insfopal” al frente de Muñocito la que fuera de anunciar emergencias y tragedias, todos los días sonaba a las 12.00 pm anunciando el descanso laboral. Y como anécdota: quién de la vieja guardia no recuerda el perro que faltando uno o dos minutos para las doce se paraba frente de ella esperando que esta sonara para él inmediatamente seguirla con su aullido prolongado hasta que dejaba de sonar? Son las cosas lindas de la Leticia que vivimos.

Esta emblemática sirena posteriormente fue trasladada a la torre metálica de Telecom situada en la hoy llamada plazoleta de los artesanos desde donde también pendía una gran bandera de Colombia que se izaba en la mañana y se arriaba por la tarde, símbolo de la soberanía colombiana que se divisaba desde el avión a su llegada a Leticia y desde la salida al Amazonas saliendo de Benjamin Constant.

Durante nuestro ejercicio como voluntarios, hubo muchas emergencias, accidentes, y tragedias que nos tocó afrontar y que pasaron a la historia y aunque no recuerdo las fechas aquí destacaré alguna de las principales:

La mayoría de ellas se presentaban cuando aparecía el famoso Viento de Santa Rosa fenómeno natural que no falla precisamente el día de Santa Rosa de Lima patrona de los peruanos, tempestad que cada año en mayor o menor grado produce emergencias debido a la fuerza de sus vientos, tempestad que puede ser en seco o acompañada por un torrencial aguacero.

Para esa época, ese fenómeno, entre las muchas veces que se presentó recuerdo un amanecer, cuando el viento empezó a silbar presagiando una emergencia de grandes proporciones. El rio estaba en su máximo crecimiento y el puerto viejo estaba saturado de embarcaciones.

Los techos de zinc comenzaron a volar por los aires cayendo a muchos metros de sus sitios de origen. Yo dormía en las instalaciones cuando sonó el teléfono de emergencia indicándonos el interlocutor que en el puerto, las embarcaciones se estaban destruyendo entre ellas al golpearse unas con otras por el oleaje producido por la fuerza de los vientos y que se oían gritos pidiendo auxilio. De inmediato se accionó la sirena anunciando esta emergencia disponiéndonos a salir a cumplir esa misión. Cuando llegamos al sitio todos entramos en acción, ordenando a los propietarios que se encontraban a bordo de las embarcaciones prender las máquinas y tratar de sacarlas del lugar para así evitar la colisión entre ellas y por ende su destrucción. Estando en esta tarea se escucharon los gritos femeninos de alguien se estaba ahogando, sin pensarlo dos veces corrí a la maquina tome una cuerda y asiéndome por la cintura me tire al rio con miras de efectuar el rescate, en la oscuridad pude notar que se trataba de una señora a la cual, con un poco de dificultad, debido a su obesidad, logramos sacarla a bordo de una lancha. Cuando ya estaba a salvo y mis compañeros de acción se encontraban todavía en el agua, cayó un poste electrizado cerca de ellos a quienes la corriente eléctrica les engarrotó los músculos. Afortunadamente no hubo víctimas que lamentar. Posteriormente supe que la señora rescatada se llamaba María Guerra una famosa comerciante del rio y de Leticia.

Otra emergencia de recordación fue el incendio de la bodega en madera de productos plásticos y de aluminio Croydon e Imusa situado en donde hoy queda el Centro Comercial de los Canos. Este se inició en horas de la madrugada.

Cuando acudimos a él no había agua en los hidrantes ni luz en el pueblo, afortunadamente el rio estaba crecido y con las pocas ollas y baldes que rescatamos se hizo una cadena humana para tratar de apagarlo manualmente, de este incendio solo quedó en pie unos bultos de sal y una caja fuerte. Otra emergencia que nos marcó fue el rescate de los pasajeros del avión Bandeirante perteneciente a la FAB (fuerza aérea brasileña) quien con 22 pasajeros a bordo, en una tarde de tempestad y con visibilidad cero, se estrelló en la frontera Colombo - Brasilera contra una torre metálica de una emisora local. La única sobreviviente de este accidente fue una tortuga que quedó con su caparazón fracturado debido al impacto.

Cuando el rio crece se adentra por la selva y las calles del puerto razón por la cual las lanchas quedan atracadas en el puerto, cerca de las casas y las bodegas de madera. Una tarde se incendió una lancha cargada con bidones de combustible.

Salimos a sortear la emergencia. Nos introducimos rio el cual nos daba a la cintura, con miras a enganchar la lancha incendiada con unos garfios y así poderla arrastrar hasta la mitad del rio para evitar una catástrofe si se presentaba una explosión. Así lo hicimos, mientras la enganchamos los otros voluntarios empezaron a halarla hacia el centro del rio con un deslizador, cuando se encontraban en esta operación todo el material inflamable que transportaba explotó, produciendo un hongo espectacular. Como resultado de esta explosión la onda expansiva tiró a los voluntarios al rio algunos con quemaduras de tercer grado los cuales fueron rescatados posteriormente sin presentarse víctima alguna.

Otra emergencia traumática fue el rescate de la selva amazónica de la avioneta de la Comisaría identificada con el HK 4528 G en donde murió nuestro teniente de Bomberos Jairo Hernández Pagador de la Comisaria. De no ser porque un plano quedo en la copa de un árbol y fue avistada por el avezado piloto George Tsalickis el encuentro de ella hubiera sido dificultoso.

Irónicamente después nos tocó rescatar de las aguas del rio Amazonas, cerca de Ramón Castilla, el cuerpo de George quien despegando, desde el río, se le capoteó la avioneta muriendo por inmersión al no poder desabrocharse el cinturón de seguridad. Después de mi retiro de la institución hubo otras menores y grandes emergencias entre las cuales estuvo la caída a la selva con 90 pasajeros del FAC- 902, la peor tragedia aérea ocurrida en la zona, rescate el cual ya presidí como Jefe de Socorristas de la Cruz Roja. Posteriormente a este accidente estuvo la caída del carguero de Aerosucre por los lados de los Lagos.

Éstos como los principales insucesos ocurridos durante los 50 años de funcionar de la institución.

Que espectáculo era ver a los voluntarios los días sábados, día de instrucción con su trote acompasado correr detrás de la máquina de Bomberos por las calles de la ciudad.

O cuando la maquina salía del cuartel sonando la sirena ante una llamada de emergencia, los voluntarios que le salían al paso corrían paralelo a ella tratando de subirse y así ir a colaborar en la emergencia.

Esa era la época en que la mayoría de los habitantes de Leticia vivíamos y actuábamos en función de sacar adelante la región sin el interés pecuniario desmesurado que rige actualmente en donde toda acción a efectuar lo primero que se pregunta es el famoso:

“Como voy yo”, en una sociedad en donde ya nada se hace gratis como en aquellos días, pues la expresión “Ad - Honorem” y solidaridad pasaron de moda.

Como la mayoría de las instituciones de la región, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Leticia no fue la excepción a los actos corruptivos, después de la comandancia de Fabio Quintero, por uno los comandantes que le sucedieron, situación que es bien conocida por la mayoría del pueblo leticiano.

Pero a pesar de ello, ahí va la institución saliendo adelante, con voluntarios prestos a servir a la ciudad, unos por vocación, otros por figuración, pero siempre dispuestos a sacrificarse en pro de la ciudad y de los vecinos brasileños y peruanos.

Entre los comandantes que han pasado y estuvieron desempeñándose en el cargo durante estos 50 años están: Mayor Fabio Quintero Barrera comandante – Fundador, Capitán Edison Díaz, Prada, Teniente Nelson Aguilar Doncel como Comandante interino, Capitán Milton Puentes Cuellar y el actual Comandante Braulio Trujillo Collazos, único representante de tan prestigiosa institución nombrado directamente por el Concejo de oficiales de Leticia y el Director Nacional de Bomberos amparados bajo la nueva ley de estructuración Bomberil de Colombia.

A todos mis compañeros Bomberos Voluntarios mencionados o no, a todos los que hicimos y hacen parte de esa benemérita institución quiero darles las gracias por tan meritoria y desinteresada labor, en un pueblo en donde ya estas acciones no son admiradas porque no representan usufructos para sus miembros y en donde los que hicieron esa loable labor algunos mueren en el olvido y el desagradecimiento.

A nuestro Comandante en jefe Señor Fabio Quintero Barrera, el Superior, el amigo, el voluntario desinteresado quiero darle en nombre del pueblo Amazonense las más infinitas gracias por el legado que nos inculcó a todos los que fuimos sus subalternos. Gracias por su labor cumplida y por la heredad que les dejó.

Un abrazo en vida respetable Comandante.

El suscrito como voluntario / 1972

 

Carlos Javier Londoño O.

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