Mon, 06/07/2021 - 18:33

"Experiencias Amazónicas"

Junio 07 de 2021
CRÓNICA
“Experiencias Amazónicas”

Fue para la década de los setenta cuando estando en el Amazonas pertenecí al Benemérito Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Leticia entidad que a pesar de su carencia de implementos para desempeñarse como lo mandan los cánones del servicio, tenía a su disposición hombres capacitados y dispuestos a todo con tal de salvaguardar los bienes de los leticianos y socorrer a los implicados en emergencias acuáticas, terrestres selváticas y aéreas presentadas en el territorio.
Como bien lo saben cada año el rio Amazonas, durante la época de invierno aumenta el caudal de sus aguas inundando sus riberas y saliéndose de su cauce penetrando en la selva más de 50 kmts.
Por esta razón cuando el rio esta crecido inunda las calles y construcciones que conforman el puerto de Leticia convirtiendo dichas calles en vías fluviales por donde transitan lanchas y canoas que arriban a descargar mercancías o productos agrícolas y piscícolas sustentos de la región.
Entre los muchos productos de descargue que llegaban estaba la gasolina que en canecas de 55 galones procedía de Puerto Asís.
Cierta tarde, la tranquilidad del pueblo fue interrumpida por el sonido de la sirena que instalada en la parte alta de un tanque de agua se escuchaba por todo el pueblo llamando a los bomberos voluntarios a atender una emergencia.
Como yo estaba cerca al cuartel corrí hasta allí a cambiarme de ropa, abordando luego la máquina bomberil para trasladarnos al puerto en donde nos informaron que una lancha allí atracada estaba cargada con 10 bidones de gasolina y en la cual se había iniciado un conato de incendio que de no ser controlado a tiempo, se presagiaba un gran desastre si estallaba en el sitio.
Como la máquina no podía arribar al sitio por la inundación, la estrategia consistía en cargar en un bote extintores y unos lazos que terminaban en unos garfios con los cuales se enganchaba la lancha por diferentes flancos para jalarla y retirarla del lugar hasta la mitad del rio en donde a la deriva podía explotar o apagarse.
Mientras los compañeros trataban de extinguir el fuego a punta de extinguidor, yo junto con otros compañeros nos tiramos al agua a sabiendas que esas eran las calles del puerto de las cuales teníamos conocimiento pues por ellas transitábamos a diario cuando no había inundación y en donde el agua nos llegaba hasta un poco más arriba de la cintura. El objetivo nuestro era enganchar la lancha con los garfios para que el deslizador la arrastrara hasta la mitad del rio, operativo que hicimos con una rapidez extraordinaria antes de que el fuego se avivara más lo que produciría recalentamiento de las canecas y por ende su explosión.
Cuando ya estuvo sujeta la lancha con los lazos empezó la operación jalada por el deslizador hasta la mitad del rio.
Todo iba relativamente bien sin embargo estábamos a la expectativa del fuego que cada segundo tomaba más fuerza.
Cuando ya la lancha estaba prácticamente fuera del lugar en donde podía causar una tragedia ocurrió lo inesperado, una gran explosión sacudió el entorno y un gran hongo parecido a una explosión atómica de observó por los cielos.
La onda expansiva producida por la explosión arrojó al agua a los compañeros que iban en el bote quienes fueron rescatados por las embarcaciones que estaban auxiliando el operativo presentando afortunadamente, sólo quemaduras de primer grado.
Nosotros nos limitamos a observar lo acontecido desde el sitio de donde fue extraída la lancha.
Ya pasado el peligro nos preparamos para salir del sitio caminando por el agua sobre lo que era la calle en tiempos normales. Los compañeros iban adelante yo iba atrás caminando lentamente por el cansancio y esfuerzo realizado para sacar lo más pronto posible la lancha del lugar, cuando de pronto sentí que pisé en falso siendo absorbido por un hueco posiblemente del alcantarillado que con el peso del uniforme , de la fornitura con algunos pesados accesorios al cinto como una hachuela y una llave para abrir hidrantes además del casco hacían difícil manipular un nado para tratar de salir y si a esto le sumamos el cansancio de los brazos por el trabajo efectuado paras sacar la lancha la situación daba para pensar en la dificultad en que me encontraba. Los compañeros que iban adelante no se dieron cuenta del incidente hasta que una canoa rauda que observó lo que estaba sucediendo alertando a los compañeros de dirigió al sitio en donde ya solo se me alcanzaba a ver una mano desesperada pues ya había hecho las tres salidas reglamentarias que conllevan al ahogamiento. Yo solo recuerdo que fui asido por una mano que me jalo hacia afuera y con esfuerzo me subió al borde de la canoa para trasladarme a la orilla en donde acostado de lado lograron que evacuara toda el agua que había tragado en mi esfuerzo por salir a flote. Una vez recuperado fui trasladado al hospital en donde terminaron con mi recuperación.
Esta fue una de las varias ocasiones en que la vi negra en las aguas del caudaloso rio Amazonas.
Posteriormente aprendí que el ahogamiento se produce por el desespero y cansancio al tratar de salir a flote. Aconsejándome los conocedores que lo mejor es nadar por debajo del agua tratando de que le pase el pánico y así sortear la situación, y a fe que me ha funcionado.
Posteriormente en un periódico regional pude ver la foto del hongo producido por la explosión tomada por un turista, foto digna de exposición.

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